El gobierno confirmó ayer a los sindicatos que para el año 2012 se congela el salario mínimo interprofesional en 641 euros, misma cantidad que tiene este año. Esta propuesta no ha caído bien en los sindicatos dado que el IPC cerrará en torno al 3% y el objetivo sindical era conseguir una revalorización del salario mínimo. En el año pasado, la subida fue de un 1%, parámetro por debajo del IPC pero subió y para el 2012, es la primera vez que se congela esta magnitud desde que se fijó este referencial público. Esta congelación tiene como base conseguir la moderación salarial, aunque sus efectos son mayores a todos los niveles. En primer lugar, el núcleo de perjudicados, que son todos aquellos que actualmente reciben este salario por su trabajo. Es obvio que de entrada se le resta poder adquisitivo a los que menos cobran, empeorando su renta disponible por el mero hecho inflacionario. Pero el ajuste no queda ahí, dado que este salario mínimo se usa también para la concesión de determinadas ayudas públicas. Por ejemplo, el acceso a una vivienda de protección oficial, el acceso a becas o subvenciones, se realiza considerando el volumen de ingresos anuales referenciado al salario mínimo. Al congelar este salario, se produce una exclusión de las rentas que ya estaban en los límites superiores de ingresos referenciados al SMI y que sí actualicen sus salarios. El segundo punto y no menos importante, la ley de enjuiciamiento civil y los límites embargables sobre salarios. Las tablas de mínimos no embargables y los tramos porcentuales de los embargos a realizar se calculan sobre el salario mínimo interprofesional, por lo que a partir del año que viene, aquellos que están en procesos de embargo monetario, verán como la cuantía embargada no disminuye respecto este año e incluso aumentará monetaria y porcentualmente hablando si su nómina o pensión se incrementa. Respecto la moderación de costes salariales, siempre que llegamos a este extremo me planteo la estructura de costes de cualquier empresa. Bien es cierto que tenemos un núcleo de empresas cuyos principales costes son los salariales, pero también es muy cierto que rara vez este coste supera el 50%. Si la competitividad se genera reduciendo costes para maximizar el beneficio ¿por qué siempre hablamos de estos costes salariales en lugar de tocar temas como suministros, costes financieros, consumos propios o costes por unidad por poco uso de la tecnología? A veces, da la impresión que de las cuatro ruedas, sólo cambiamos una, dejando las otras tres pinchadas, por lo que el coche empresarial sigue sin funcionar. Publicado en El blog Salmón |
viernes, 30 de diciembre de 2011
Otra medida contra los más débiles
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