Tras los resultados de las últimas elecciones generales, en donde muchos opinadores amplifican la gran victoria del PP, el hecho mas relevante ha sido el gran retroceso electoral cosechado por el PSOE. Sin embargo y tras la última reunión del Comité Federal, nada se mueve y nadie asume responsabilidades. El PSOE ha encontrado una excusa con que disimular su fracaso, La Crisis.
Hay un refrán muy español que dice 'una buena capa todo lo tapa', y la capa ha sido un recurso muy utilizado en la reciente historia del PSOE para tapar los errores que se sucedían día tras día en la gestión de lo interno y de lo externo, sin que nadie pusiera solución. Los problemas del PSOE de hoy, son producto, de la deriva iniciada por el partido con el uso y abuso de la capa, que según que circunstancias, se ha utilizado con reiteración, a conveniencia de los aparatos que han ocupado la dirección del partido en cada momento, desde la instauración de la democracia, y que en el momento presente la capa es La Crisis.
La gran victoria electoral del 82 fue la capa que justificó posteriormente cualquier decisión de los órganos del partido y del gobierno. Bajo dicha capa y con la organización debilitada, pues dedicó sus mejores recursos a los gobiernos municipal, autonómico y estatal recién conquistados, y desbordada por la marea de nuevos militantes, se incubaron los primeros vicios, que derivaron en abusos de poder. Fueron los años de la prepotencia; de los GAL; de la reconversión industrial; de Roldán, de la universalidad de la sanidad, etc. Lo anterior, unido a la crisis económica de principio 90, fue debilitando el apoyo social al PSOE, que finalmente se confirmo con la pérdida de las elecciones del 1996.
Para cambiar el rumbo, se alzó la bandera de la Renovación, otra capa, que posibilitó la toma de la dirección del partido por aquellos que solo pretendían asegurarse en el declive, su supervivencia en puestos de poder.
Después de cuatro años perdidos y tras el fiasco de las primarias que eligió a Borrel como candidato que no llego a ser, y la dimisión de Almunia, sucedió el efecto Zapatero, un joven aunque veterano político que consumo la Renovación iniciada cuatro años atrás.
Los errores de PP posibilitaron la vuelta al poder de PSOE en 2004 y la aparente bonanza económica de aquellos años fue la capa que justificó un modo de gobernar, en donde los gestores públicos, unos jóvenes y otros renovados, parecían reyes magos con recursos ilimitados, para poner en marcha proyectos y derechos, sin evaluar su sostenibilidad futura, al tiempo que se lanzaban soflamas sobre un país de primera división, pleno empleo, el sistema financiero mas sólido del mundo y mientras de forma soterrada la carcoma de la ineficacia y las corruptelas en la administración aumentaban y la crisis aparecía siendo negada una y mil veces, lastrando así al partido y conduciéndolo a la mayor debacle de su historia reciente.
En el camino, ha quedado dinamitada la cultura del viejo PSOE y los valores que encarnaba, sustituyendo una militancia comprometida y participativa, por una militancia de cargos, asesores y otras hiervas, propiciando la desideologización del partido y su desarticulación.
El experimento de las primarias como remedo de democracia interna, fueron puestos en marcha, para al mismo tiempo que se hacia la norma se hacia la trampa, las primarias se realizaban, si a los comités correspondientes les interesaban. Entre tanto conceptos como, solidaridad, libertad, justicia social, internacionalismo, compañerismo, austeridad, respeto al discrepante, participación democrática, honestidad, lealtad, redistribución, debate, formación, etc.. se mutaron por otros como, ser joven., ser mujer. paridad. , listas cremallera . y poco más, olvidando para que y para quien se hace política y consagrando al mismo tiempo a profesionales de la política.
Hoy el PSOE se parece a un iceberg a la deriva, en donde los pingüinos que quedan en el, se pisan unos a otros buscando ser el último en caer al mar, ante la inevitable disolución del hielo, y estamos ante el peligro de utilizar otra capa, la crisis, para hacer en el próximo congreso una faena de aliño y seguir sin saber que respuesta dar a los desencantados que han huido del PSOE, esperando a que el PP cometa otro error o se agote en la acción de gobierno.
Si se quiere volver a ganar la confianza de la mayoría de progreso que existe en este país, hay otro camino que no pasa por echarle la culpa a la crisis y que requiere valentía, desprendimiento y altura de miras. Se trata de sentar las bases tanto de orden interno como en la acción política externa, para restaurar valores aparentemente antiguos como los enumerados anteriormente, y añadir otros que contrapongan: capacidad frente a ineptitud; igualdad de oportunidades frente a nepotismo; la política como compromiso, frente a la política como profesión; humildad frente a prepotencia; la razón frente a la sin razón; defensa del medio ambiente frente a desarrollismo sin límites; internacionalización de la política frente a localismos y nacionalismos; etc.
Y puesto que el partido no es una religión en donde se perdonen los pecados para volver a cometerlos al día siguiente, hace falta establecer mecanismos de gestión interna que refuercen dichos valores y otros que impidan la apropiación del partido y de lo público, por familias o grupos de intereses. Hay que establecer, para higiene interna y externa limitación de mandatos; no acumulación de cargos; incompatibilidades, mecanismos de evaluación internas de la gestión de la cosa pública, modificación de la ley electoral propiciando las listas abiertas y a doble vuelta para impedir el transfuguismo; etc. etc.
Si no hay propósito de enmienda en el próximo congreso, y seguimos tapándonos con la capa de la crisis, en las elecciones andaluzas sabremos la respuesta de los ciudadanos.
(Publicado en La Voz de Cádiz )
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