La memoria es uno de los elementos fundamentales en la construcción de la identidad. Pero a veces parece caótica, desordenada, incluso falsa. José María Ruiz-Vargas, autor de La memoria y la vida, pone el ejemplo de Rashomon, el clásico dirigido por Akira Kurosawa que narra un asesinato a través de cuatro testigos: cada uno "cuenta una historia distinta aunque ninguno miente; todas las historias son diferentes y ninguna es falsa”. Y eso no es porque nuestro cerebro nos engañe: “Nuestra memoria ni inventa ni falsifica la realidad vivida, sencillamente la interpreta, la hace significativa y así construye una experiencia”. Aquí podéis leer el artículo.
Tomado de El País
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