Con la iglesia hemos topado
Catas arqueológicas en la ronda Norte La Junta de Andalucía sostiene que en octubre tienen que empezar las obras de la primera fase de la Ronda Norte de Córdoba. El proyecto, que lleva décadas dando tumbos, dependerá, creo, de si finalmente hay que conservar o no el complejo monástico que se han encontrado las catas arqueológicas que se han hecho de manera preventiva. El hallazgo ha sido calificado como “excepcional” por todos los arqueólogos consultados. Muchos piden, además, no repetir el error de Cercadilla, y acabar arrasando un edificio único.
Encaramos la última semana de julio sin saber qué va a pasar. La empresa que ha excavado, que sepamos, aún no ha entregado su informe definitivo al Ayuntamiento. Y el Ayuntamiento no le ha remitido su propuesta a la Junta de Andalucía. Será la Consejería de Cultura, a través de la Comisión de Patrimonio, la que tome la decisión definitiva: pulgar hacia arriba o pulgar hacia abajo.
Sostengo desde hace años que la Ronda Norte de Córdoba no es una obra necesaria en la ciudad. Quizás la reforma, como ocurrió en Ibn Zaydún, de la rotonda del Hipercor. Pero esa zona de Córdoba no tiene un problema con la movilidad. Y alguien me tiene que explicar muy bien cómo se piensa ejecutar la segunda fase de la Ronda Norte, partiendo por la mitad el Camping y el parque de la Asomadilla.
Este hallazgo arqueológico, sorprendente y esperado (ya se sabía que algo iba a aparecer), puede ser la excusa perfecta para que nos ahorremos un buen dinero público que a buen seguro hace falta invertir en algún lugar mejor. De momento, esta primera fase, que son solo 900 metros, costará más de 34 millones de euros. No es poco dinero.
En el caso en el que el pulgar de la Consejería de Cultura sea hacia arriba, esta ciudad tendrá que sentarse consigo misma a reflexionar sobre cómo gestionar su patrimonio. No puede ser que se haya construido un túnel para salvar una almunia que nadie conoce ni ha visitado. Que se integren restos arqueológicos en los bajos de edificios que siempre están cerrados. O que nos subasten una villa romana que lleva décadas cubierta de jaramagos. O que cada año haya que limpiar Cercadilla. O que sea imposible integrar todos los restos arqueológicos de la ciudad, crear rutas de interpretación y promoción y dar contexto. Al final, cada uno hace la guerra por su cuenta, y se restaura a lo Exin Castillos el templo romano de Claudio Marcelo sin que la gente que lo visita sepa muy bien qué era aquello y para qué servía, y qué es real y qué es falso.
Quizás esos 34,5 millones de euros estarían mejor invertidos en la conservación y puesta en valor de un patrimonio que es único en el mundo. Y ayudarían a eso de lo que tanto se habla pero nunca se hace: que el turista vea algo más de Córdoba que no sea la Mezquita y la Judería.
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