Constatada la tergiversación de mis posiciones sobre el conflicto entre Israel y Palestina, me gustaría hacer algunas puntualizaciones.
Hace más de 50 años que estoy comprometido con la búsqueda de una solución de paz para el conflicto, también desde mis responsabilidades de gobierno con la apertura de relaciones diplomáticas con Israel en 1986, la organización de la Conferencia de Paz en Madrid en 1991 o la participación en los Acuerdos de Oslo de 1996, que acabaron desembocando en el asesinato de mi amigo Isaac Rabin.
Hace ya casi dos años del atentado terrorista de Hamás; no sólo lo condeno, sino que sigo reclamando la entrega de todos los rehenes. Sin embargo, la desproporción, deshumanización y limpieza étnica que estamos viendo en Gaza me parecen del todo inaceptables e insoportables y me llevan a afirmar que hoy Netanyahu es el principal impulsor del antisemitismo que se está instalando en la opinión pública internacional.
Lamentablemente, creo que la solución de los dos estados está hoy más lejos que nunca, pero también creo que un Pacto de Estado nacional y a nivel europeo es la mejor manera para trabajar de manera firme e inteligente por la paz y por la coexistencia del Estado de Israel y de un Estado palestino viable.
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