España ocupa el decimosexto puesto en el ranking de los mejores países para ser madre, según señala el informe "Estado Mundial de las Madres 2012", de la organización Save de Children. Esto supone una caída de cuatro puestos en el listado respecto al año pasado, cuando ocupaba el duodécimo lugar, y coloca a España justo por detrás de Francia y Portugal y por encima de Estonia y Suiza.
El estudio, que ha analizado 165 países en función de diversos factores como el estatus educativo, económico, de salud y político de las madres, o el bienestar básico de sus hijos e hijas, sitúa a Noruega, Islandia y Suecia como los países más valorados para ser madre. En la lista les siguen Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Australia, Bélgica, Irlanda y Holanda y Reino Unido, que cierran el top ten, compartiendo la décima plaza.
Por el contrario, en el último puesto del ranking se sitúa Níger, que ha desplazado a Afganistán como el peor lugar del mundo para ser madre. Justo por delante tenemos a Afganistán, Yemen, Guinea-Bissau, Malí, Eritrea, Chad, Sudán, Sudán del Sur y República del Congo.
Los datos comparados son suficientemente esclarecedores. Save the Children subraya que en Noruega una mujer estudia una media de 18 años, tiene una esperanza de vida media de 82 años, el 82% usa métodos anticonceptivos y tan solo una madre de cada 175 está en riesgo de perder a un hijo antes de que cumpla los cinco años.
Por el contrario, en Níger, la esperanza de vida de las mujeres es de 56 años, una de cada 16 muere por causas relacionadas con el parto o el embarazo, reciben una media de cuatro años de educación, el 5% usa métodos anticonceptivos y uno de cada siete niños muere antes de su quinto cumpleaños.
Por el contrario, en Níger, la esperanza de vida de las mujeres es de 56 años, una de cada 16 muere por causas relacionadas con el parto o el embarazo, reciben una media de cuatro años de educación, el 5% usa métodos anticonceptivos y uno de cada siete niños muere antes de su quinto cumpleaños.
Es de destacar que los ocho primeros países del ranking se encuentran en Europa, mientras que ocho de los diez peores lugares para ser madre se sitúan en el África Subsahariana, siendo que siete de ellos están atravesando graves crisis alimentarias.
La desnutrición es la clave
El documento elaborado por la organización que promueve los derechos de los niños señala la desnutrición como el elemento clave de la mortalidad infantil, siendo la responsable de más de 2,6 millones de muertes al año. Y entre los recién nacidos que sobreviven, uno de cada cuatro niños sufre desnutrición crónica, es decir, no tienen los nutrientes que necesitan, por lo que sus cuerpos y cerebros no se desarrollan como deberían. Un tercio de los niños y niñas en Asia, unos 100 millones, sufren desnutrición crónica. En África casi 2 de cada 5, unos 60 millones en total.
El estado de salud de las madres, que muchas veces padecen desnutrición, influye directamente en la salud de su hijo. En África subsahariana, hasta el 20% de las mujeres están excesivamente delgadas, en Asia meridional esta cifra llega al 35%. Además, en los países en desarrollo un 49% de las mujeres embarazadas tienen anemia, una causa significativa de mortalidad materna que puede cuásar partos prematuros y bajo peso en el recién nacido.
Según Save the Children, una correcta nutrición durante los primeros 1.000 días desde el comienzo del embarazo es crucial para proteger tanto a madres como a hijos. Para la ONG hay 6 medidas esenciales que actúan como salvavidas en esos 1.000 días y que pueden llegar a cualquier madre del mundo: lactancia materna, alimentación suplementaria, vitamina A, hierro, zinc y buenas prácticas de higiene. Solo la lactancia materna podría salvar la vida de un millón de niños al año, sin embargo menos del 40% de los niños y niñas en países en desarrollo se benefician de la lactancia materna exclusiva debido a la falta de compromiso político y de programas concretos.
El informe también realiza una serie de recomendaciones, entre las que destacan la necesidad de que todos los países hagan de la lucha contra la desnutrición una prioridad, tanto dentro como fuera de su país; el que Gobiernos y agencias internacionales prioricen la inversión en trabajadores sanitarios y en la educación de las niñas, dos aspectos clave para romper el ciclo de la desnutrición; la necesidad de que los gobiernos de países en desarrollo se comprometan a implantar planes de nutrición integrados en los planes de salud materno-infantil; o que los países donantes y agencias internacionales cumplan sus compromisos de financiación para alcanzar los Objetivos del Milenio relacionados con salud materno-infantil.
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