Hay políticos que mienten —como cualquiera puede equivocarse o deformar un dato— y están los mentirosos. La diferencia no es menor. El primero tropieza; el segundo convierte la mentira en oficio, estrategia y herramienta de combate. Y cuando esto ocurre, no estamos ante un episodio aislado, sino ante un problema democrático de primer orden, especialmente cuando hablamos del líder del primer partido político y potencial presidente del Gobierno.
En estos días, Feijóo ha vuelto a ser noticia por una nueva mentira. Y, de nuevo, aparece acompañado por otro gran especialista en ello: Carlos Mazón. La práctica habitual es siempre la misma: declaraciones desmentidas, afirmaciones que se sostienen incluso cuando los hechos las contradicen, relatos construidos no para interpretar la realidad, sino para sustituirla. Han convertido la mentira en método político.
Sin un mínimo respeto a la verdad ya no hay política: hay propaganda y engaño

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