La Europa de Mark Rutte
Durante la crisis inmobiliaria y financiera de 2008, Mark Rutte fue uno de los políticos más duros con los países del sur de Europa, llamándonos una y otra vez cercos a Portugal, Italia, Grecia y España, países que según él estaban atravesando dificultades enormes por su afición a no trabajar, a gastar el dinero de los demás y a las subvenciones. Su negativa a cualquier tipo de transacción, de acuerdo para intentar ayudar quienes lo estaban pasando peor estuvo a punto de llevarse por delante a una Unión Europea que en aquel momento quería distinguir entre ricos y PIGS, una Europa a dos velocidades en la que se suprimiesen los fondos de cohesión y cualquier otra partida destinada a disminuir las desigualdades geográficas. En cierto modo, Mark Rutte fue un antecedente de Donald Trump, un hombre sin piedad, carente de empatía y convencido de que los holandeses valían mucho más que los españoles, los italianos o los franceses.
Rutte representa como pocos líderes europeos al político narcisista, cruel y belicista, sin ideas renovadoras, sin pulso, sin capacidad, siempre dispuesto a obedecer sin rechistar al matón de turno
Profundo creyente, seguidor de Lutero, difusor de sus teorías en las escuelas del país, Rutte prestó sus servicios laborales en la multinacional Unilever, donde demostró que era un hombre de provecho. Tras gobernar su país con partidos de extrema derecha, mostrar una profunda animadversión hacia los inmigrantes que se ocupaban de cuidar a sus hijos y padres, de hacer los trabajos más penosos y de sacar adelante la economía neerlandesa, Rutte se vio envuelto en varios escándalos, el mayor de ellos la retirada de ayudas legales a más de 25.000 familias a las que se acusó falsamente de haber mentido para obtener beneficios sociales, obligándoles a devolver las cantidades recibidas. El gobierno dimitió en bloque, pero el escándalo xenófobo no sería óbice para que Rutte volviese a ganar las elecciones por cuarta vez consecutiva en 2021, contando de nuevo con el apoyo de un electorado cada vez más derechizado y racista. Convencido de que Holanda forma parte del núcleo llamado a dirigir al mundo junto a Estados Unidos, Rutte representa como pocos líderes europeos al político narcisista, cruel y belicista, sin ideas renovadoras, sin pulso, sin capacidad, siempre dispuesto a obedecer sin rechistar al matón de turno, con la esperanza de jugar a caballo ganador.
Hace unos días Rutte envió un correo a Trump en el que le decía Papi, hablaba de la OTAN como la casa de Papi y destilaba baba hablando de la gran operación de El Pacificador en Irán, diciéndole algo parecido a lo que el rey Alfonso XIII dijo al General Silvestre cuando partió para el Desastre de Annual: “Olé los hombres con cojones”. Las palabras de Rutte de haber sido proferidas en aula o centro de reunión de personas normales, habrían causado tal estupor que en adelante al individuo le habría costado mucho volver a expresarse en público, aparecer en acto oficial o andar libremente su despacho de guerra. Denotan tal falta de dignidad, tal vocación peloteril, una consideración tan pobre del continente al que pertenece que debería ser excluido de cualquier cargo de responsabilidad política e institucional. Dar el mando nominal de la OTAN, un organismo que nació para combatir a la URSS, a una persona de esa catadura personal y moral es como darle a un niño maleducado el maletín donde están los botones nucleares. Rutte es el criado que Trump necesita, un criado sin carisma, sin gracia, sin sentimientos, un eunuco servil dispuesto a no contradecir jamás la voluntad del Pacificador.
Rutte se vio envuelto en varios escándalos, el mayor de ellos la retirada de ayudas legales a más de 25.000 familias a las que se acusó falsamente de haber mentido para obtener beneficios sociales
Puede parecer pesado insistir en la cuestión, pero creo que es conveniente cuando toda la política defendida por Rutte, que no es otra que la impuesta por Trump, consiste en regalarle a Estados Unidos el 5% de PIB europeo a cambio de nada, porque es nada lo que Estados Unidos está dando a Europa y nada lo que dará. Se trata de una operación comercial que de llevarse a cabo con el consentimiento de los mandatarios europeos será la mayor estafa internacional de la historia. No existe peligro alguno de que Rusia invada otros países europeos, es necesario repetir una y otra vez que el PIB de Rusia es un poco mayor que el de Italia, es decir una ridiculez que lo imposibilita para más aventuras bélicas. La invasión de Ucrania por Rusia fue una salida desesperada del criminal Putin para intentar frenar el expansionismo de la OTAN que amenazaba con llegar a las puertas de Moscú. Rusia no da para más, pero Estados Unidos quiere más, quiere cortar la ruta de la seda por la que China entra en África, quiere neutralizar a Rusia, despedazarla si fuese posible para llevar el cerco a China a su última expresión. No existe peligro ruso alguno para Europa, salvo que el acoso llegase a tal grado de locura que alguien fuese capaz de lanzar la primera bomba atómica, cosa que hasta ahora sólo ha hecho Estados Unidos.
Lo que si es una amenaza real para todos los europeos, es la política defendida por Rutte en nombre de Donald Trump, si los países europeos llegan a gastar el 5% de su riqueza en pólvora y cañones, será imposible mantener hospitales y ambulatorios, escuelas y universidades, pensiones y ayudas sociales, es decir, volveremos al mundo de las bestias donde cada cual tendrá que buscar su salida personal, no habrá patria, ni sociedad, ni comunidad, sólo millones de bárbaros dándose cabezazos bajo la ley del más fuerte, siguiendo al pie de la letra los comportamientos de los protagonistas de Ensayo sobre la ceguera, aquella magnífica novela de Saramago que, en cierto modo, anunciaba el mundo que nos están cocinando quienes jamás creyeron en el ser humano.
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