Fotos y votos
18 de junio de 2025
En el curso de corrupción política que hemos podido estudiar en las últimas décadas, deberíamos haber tomado algunos apuntes sobre pautas observables en ese proceso. Una de ellas describe las etapas que sigue el conocimiento público de cualquier caso de corrupción. De mis apuntes, quiero enumerar dichas etapas:
1ª. Run run. 2ª. Rumores en redes sociales. 3ª. Rumores en medios de comunicación. 4ª. Noticias sobre una investigación y/o aparición de pruebas. 5ª. Denuncia ante los tribunales. 6ª. Instrucción judicial. 7ª. Auto de procesamiento. 8ª. Apertura de juicio oral. 9ª. Vista judicial. Y 10ª. Sentencia condenatoria. No contaré los sucesivos recursos que puede haber a continuación.
Este proceso suele tener repercusiones políticas en alguna, o varias, de las etapas. Naturalmente, aunque hay casos que resisten incluso después de la etapa 10 (no hay más que comprobar que hay un delincuente convicto gobernando los USA), lo normal es que, tras una sentencia, el condenado quede inhabilitado para el cargo público que ocupaba. Eso, si es que, todavía, no había cesado en él. Porque, lo normal, también, es que sus opositores le pidan que dimita mucho antes, a veces desde la primera etapa, la del run run. Pero, aunque sea lo normal, no siempre ocurre así. Por ejemplo, Mariano Rajoy, después de la etapa 10, ni dimitió ni convocó elecciones anticipadas y tuvo que ser separado del poder, a falta de agua caliente, por una moción de censura.
Y, ahora hablemos del caso Koldavalosantos. Señalemos primero algunas obviedades obligatorias sobre el caso, no sea que alguien crea que no las tengo en cuenta: primera, el caso es tan terrible que supone un impacto en la línea de flotación del PSOE y del Gobierno de Pedro Sánchez de resultado final todavía pendiente e incierto. Segunda, a dos de la tripleta les nombró directamente Sánchez como hombres de su máxima confianza. Tercera, el electorado soporta peor estos casos cuando se dan en la izquierda que en la derecha. Y cuarta, que Sánchez llegó a la Moncloa tras la moción de censura a Rajoy por el caso de corrupción de su partido.
Pero, este caso, el Koldavalosantos, está en la etapa 6. Todavía faltan cuatro etapas hasta llegar al momento en el que se certifica fehacientemente la corrupción. Y, sin embargo, se está reclamando la dimisión de Sánchez, una moción de confianza, elecciones anticipadas o una moción de censura. Cosa que viene ocurriendo, por cierto, desde momentos muy anteriores a este.
Sin embargo, uno de esos peticionarios más tradicionales, ahora, en un impropio rasgo de inteligencia, ha desechado la presentación de la moción de censura: Alberto Núñez Feijóo. Tiene razones para ello, algunas confesadas y otras inconfesables. Primero adujo razones aritméticas ya que no contaba con los votos parlamentarios suficientes para ganarla. Ir pá ná, decía, es tontería. Añadió a este argumento una razón de armería por su temor a que le saliera el tiro por la culata y terminara beneficiando al propio Sánchez. No decía algo que, en realidad no hacía falta que dijera porque era de general conocimiento, no tenía hechos los deberes y quería dejar el examen para la convocatoria de septiembre. Ocupado como está, 24 sobre 7 (o sea día y noche) en un único tema, el de echar a Sánchez de la Moncloa, no tiene más proyecto político que votar en contra de lo que éste propone. Ya sea optimizar el sistema energético español, aumentar el salario mínimo, mejorar la contratación laboral, actualizar las pensiones o facilitar la llegada de fondos europeos a la economía española. Y, con estos mimbres no puede hacer el cesto que pretende. Súmesele a esto sus amistades peligrosas y el modo tan curioso que tiene de acercarse a los partidos nacionalistas negándoles el pan, la sal y su lengua natal, para ver que su llegada al Gobierno es, a día de hoy, un objeto imposible.
Pero su rasgo, como digo, de inteligencia, es la última explicación que ha dado: que no ha leído lo suficiente el libro del caso Koldavalosantos. En realidad, se debe referir a que dicho caso está, como antes decía, en la etapa 6 del proceso y que, en el caso anterior, con su paisano Rajoy de protagonista, hasta la etapa 10 no hubo frutos políticos para su oposición. Esto ya lo había adelantado el presidente del PNV, pero no creo que Aitor Esteban sea uno de los asesores áulicos de Feijóo. Tampoco creo que sea algo de elaboración propia, por lo que alguien lo ha debido extraer de Chatgpt o similar.
Ahora tiene otra prueba en el test de inteligencia: ver cómo interpreta el hecho de que algunos de los socios de investidura de Sánchez no se quiera hacer fotos de la entrevista que va a tener con el presidente Sánchez y que esté pidiendo adelantar su comparecencia en el Congreso de los Diputados.
Sería decepcionante para Feijóo no darse cuenta de que la presidencia del Gobierno se decide por el número de “votos” y no por el número de “fotos”
El primero de esos dos signos externos le puede llevar a una confusión lingüística ya que, entre las palabras “foto” y “voto” solo hay una letra de diferencia. Pero sería decepcionante para él no darse cuenta de que la presidencia del Gobierno se decide por el número de “votos” y no por el número de “fotos”. Claro que, en su momento, creyó que había ganado las elecciones de 2023 porque el PP había conseguido más papeletas que el PSOE en las urnas. Por ello, podría pensar cualquier cosa. Y, no es eso lo peor, sino que lo dijera.
Lo de coincidir con otros partidos en adelantar la comparecencia de Sánchez en el Congreso también le puede llevar a confusión. En realidad, se trata de una petición de lo más razonable. Si Pedro Sánchez solo tuviera que hacer que ir al Congreso de los Diputados a someterse a una sesión de castigo por el caso Koldavalosantos, yo estoy seguro de que, hasta él mismo, sería partidario de apurar ese cáliz cuanto antes. Pero, al parecer tiene otras cosas que hacer del tipo de ir a reuniones internacionales y cosas así. En todo caso, como en el tema de las fotos, también hay una diferencia sustancial entre lo que le puedan decir a Sánchez ese día, de todo menos bonito, imagino, y el que voten mayoritariamente a Feijóo como nuevo presidente del Gobierno.
Al menos, por ahora.
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