Democracia constitucional y laicidad
1. La coherencia de una democracia constitucional exige un compromiso firme con la laicidad del Estado. El respeto a los derechos fundamentales demanda una democracia consecuente con el principio de laicidad. Los derechos de cada cual han de verse garantizados por igual sean cuales sean sus creencias y prácticas en materia de religión y de conciencia.
2. La laicidad, por razones de dignidad, de libertad y de igualdad, es una de las características que no deben faltar en un Estado social y democrático de derecho, al cual es exigible la independencia e imparcialidad de gobiernos y administraciones públicas en su trato con las diferentes comunidades religiosas y sus miembros. Es así como debe plasmarse la neutralidad del Estado en relación a las religiones, llevando a término lo que va implícito en la aconfesionalidad del mismo. Laicidad y pluralismo van juntos y el respeto de ambos forma parte de lo que entraña una democracia constitucional.
El PSOE y los avances en laicidad
3. La tradición socialista ha dado constantemente muestras de su compromiso con la laicidad del Estado. La voluntad de emancipación que el socialismo democrático lleva históricamente consigo ha impulsado reconocibles logros en cuanto a laicidad, libertad religiosa y de conciencia en los más diversos países, enmarcándose siempre dichos logros en la lucha por los derechos civiles, políticos y socioeconómicos de la ciudadanía.
4. EL PSOE, desde el consenso que dio paso a la Constitución de 1978, ha dado inequívocas muestras de lealtad a dicho pacto constitucional también en lo relativo a todo lo que implica la aconfesionalidad del Estado español tal como se declara en el artículo 16 de nuestra Constitución.
5. Lealtad constitucional no es inmovilismo. Por ello, desde dicha lealtad, el PSOE ha fomentado, dentro del más estricto respeto a nuestro ordenamiento legal, avances en laicidad en tanto que ha promovido leyes y pautas sociales acordes con lo que aquella significa. Desde el partido socialista se ha trabajado por consolidar la neutralidad del Estado en materia religiosa, y se han propuesto y aprobado leyes en el parlamento que efectivamente responden a esa neutralidad, buscando desde ella profundizar en los derechos cívicos y las libertades ciudadanas. Todo ello se ha hecho sin aceptar pretensiones ilegítimas en cuanto a imponer principios morales cuyo sesgo confesionalista los aleja de lo que debe ser la ética cívica compartida por todos que inspire lo que se plasme en leyes democráticamente establecidas.
6. Los avances con espíritu laico promovidos por el PSOE no han supuesto merma alguna en la relación entre gobiernos socialistas y confesiones religiosas. Con la Iglesia católica, a tenor de lo que la misma Constitución señala, se ha dado una relación de cooperación en todo aquello a lo obligan nuestras leyes y el buen sentido en aras de la convivencia democrática.
Nuevas propuestas socialistas en clave de “laicidad positiva”
7. Los valores democráticos que impulsamos y defendemos desde el PSOE, la madurez democrática de la sociedad española y la realidad plural de la misma conducen a que hoy haya que plantearse avanzar hacia una laicidad del Estado español más consecuente con los principios democráticos y más atenta a su realidad sociopolítica.
8. En el PSOE somos conscientes de que los planteamientos en torno a la laicidad del Estado también han ido evolucionando al hilo de los acontecimientos, de la maduración de la conciencia democrática, de la evolución de las mismas confesiones religiosas y de los cambios habidos en sociedades que actualmente son más plurales, albergando en su seno una gran diversidad cultural y, por ende, también religiosa.
9. Desde el PSOE nos hacemos cargo de lo que supone una idea de laicidad más elaborada cual es la de “laicidad positiva”, entendiendo por tal la que apuesta claramente por la laicidad del Estado desde la conciencia de lo que exige el respeto a las tradiciones religiosas presentes en la sociedad, así como, por supuesto, a los individuos y grupos no adscritos a ninguna de ellas y que también insisten en la libertad de conciencia. La “laicidad positiva” se plantea como laicidad inclusiva, que justamente por respeto al pluralismo y haciendo valer un principio fuerte de igualdad y no discriminación, asume el compromiso de fomentar desde las instituciones políticas los marcos convivenciales en los que nadie se vea excluido por motivos ideológicos o de creencias.
10. Al asumir la dirección que señala una laicidad positiva desde el PSOE afirmamos con énfasis el carácter radicalmente democrático de la laicidad que defendemos, y que por ello mismo no se trata en ningún caso de laicismo antirreligioso, sino de laicidad respetuosa con las confesiones religiosas. Eso exige, como legítima contrapartida, que esas mismas confesiones acepten el principio de laicidad y se comprometan con el respeto a la legalidad que lo recoge.
Convivencia sin privilegios: revisión de los Acuerdos entre Estado español y Santa Sede
11. Profundizar en la aconfesionalidad del Estado, para avanzar por razones radicalmente democráticas hacia un Estado consecuentemente laico, es lo que obliga, por el mismo respeto a los derechos de las ciudadanas y ciudadanos, a superar todas las situaciones en las que se siga dando por parte de los poderes públicos un trato privilegiado a alguna comunidad religiosa. En democracia no se justifica privilegio alguno.
12. En consonancia con lo dicho, el avance hacia la laicidad del Estado, pretendiendo su mejor consolidación democrática y su mayor valor como arquitectura institucional para la convivencia social, el PSOE plantea para el futuro la revisión de los actuales Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede de 1979. Las relaciones de cooperación con la Iglesia católica, que tienen que seguir dándose, han de producirse sin privilegios antidemocráticos y en consonancia lo que exige un tratamiento que en cuestiones de derechos ha de ser igualitario en relación a todas las confesiones religiosas.
Ley de libertad religiosa y de conciencia, Estatuto de laicidad y sistema educativo
13. La laicidad del Estado también ha de promoverse de manera activa a través de una reforma de la Ley orgánica de libertad religiosa que, tras más de treinta años de vigencia de la actual, es absolutamente necesaria, para acomodarla a las exigencias democráticas de la sociedad española de hoy y para responder adecuadamente a la necesidad de una regulación de la libertad religiosa y de conciencia más acorde con el legítimo pluralismo que en ella se da.
14. Un planteamiento coherente en cuanto a laicidad conlleva establecer un “Estatuto de laicidad” que clarifique criterios, normas y pautas de actuación de las instituciones políticas y de los cargos públicos en el desempeño de sus funciones, en relación a símbolos en espacios públicos, a cómo proceder en actos políticos, a cómo actuar en lo que tiene que ver con las confesiones religiosas y sus actividades y presencia social, para que en todo caso la independencia e imparcialidad de las administraciones y poderes públicos no se vea menoscabada.
15. El principio de laicidad, respondiendo a lo exigible por derechos humanos y por calidad de nuestra democracia, debe inspirar, sin dogmatismo de ningún tipo, el sistema educativo en su conjunto, promoviendo un tratamiento académico de lo relativo a las religiones, a la vez que invitando a que cada comunidad atienda desde sí misma a la formación religiosa de sus miembros sin improcedentes apoyaturas en recursos públicos. Eso no obsta para buscar vías de cooperación compatibles con la neutralidad del Estado, el respeto a la conciencia de los individuos y la consideración que se debe a las tradiciones religiosas.
Autor: José Antonio Pérez Tapias y publicado en Mucho PSOE por hacer
1. La coherencia de una democracia constitucional exige un compromiso firme con la laicidad del Estado. El respeto a los derechos fundamentales demanda una democracia consecuente con el principio de laicidad. Los derechos de cada cual han de verse garantizados por igual sean cuales sean sus creencias y prácticas en materia de religión y de conciencia.
2. La laicidad, por razones de dignidad, de libertad y de igualdad, es una de las características que no deben faltar en un Estado social y democrático de derecho, al cual es exigible la independencia e imparcialidad de gobiernos y administraciones públicas en su trato con las diferentes comunidades religiosas y sus miembros. Es así como debe plasmarse la neutralidad del Estado en relación a las religiones, llevando a término lo que va implícito en la aconfesionalidad del mismo. Laicidad y pluralismo van juntos y el respeto de ambos forma parte de lo que entraña una democracia constitucional.
El PSOE y los avances en laicidad
3. La tradición socialista ha dado constantemente muestras de su compromiso con la laicidad del Estado. La voluntad de emancipación que el socialismo democrático lleva históricamente consigo ha impulsado reconocibles logros en cuanto a laicidad, libertad religiosa y de conciencia en los más diversos países, enmarcándose siempre dichos logros en la lucha por los derechos civiles, políticos y socioeconómicos de la ciudadanía.
4. EL PSOE, desde el consenso que dio paso a la Constitución de 1978, ha dado inequívocas muestras de lealtad a dicho pacto constitucional también en lo relativo a todo lo que implica la aconfesionalidad del Estado español tal como se declara en el artículo 16 de nuestra Constitución.
5. Lealtad constitucional no es inmovilismo. Por ello, desde dicha lealtad, el PSOE ha fomentado, dentro del más estricto respeto a nuestro ordenamiento legal, avances en laicidad en tanto que ha promovido leyes y pautas sociales acordes con lo que aquella significa. Desde el partido socialista se ha trabajado por consolidar la neutralidad del Estado en materia religiosa, y se han propuesto y aprobado leyes en el parlamento que efectivamente responden a esa neutralidad, buscando desde ella profundizar en los derechos cívicos y las libertades ciudadanas. Todo ello se ha hecho sin aceptar pretensiones ilegítimas en cuanto a imponer principios morales cuyo sesgo confesionalista los aleja de lo que debe ser la ética cívica compartida por todos que inspire lo que se plasme en leyes democráticamente establecidas.
6. Los avances con espíritu laico promovidos por el PSOE no han supuesto merma alguna en la relación entre gobiernos socialistas y confesiones religiosas. Con la Iglesia católica, a tenor de lo que la misma Constitución señala, se ha dado una relación de cooperación en todo aquello a lo obligan nuestras leyes y el buen sentido en aras de la convivencia democrática.
Nuevas propuestas socialistas en clave de “laicidad positiva”
7. Los valores democráticos que impulsamos y defendemos desde el PSOE, la madurez democrática de la sociedad española y la realidad plural de la misma conducen a que hoy haya que plantearse avanzar hacia una laicidad del Estado español más consecuente con los principios democráticos y más atenta a su realidad sociopolítica.
8. En el PSOE somos conscientes de que los planteamientos en torno a la laicidad del Estado también han ido evolucionando al hilo de los acontecimientos, de la maduración de la conciencia democrática, de la evolución de las mismas confesiones religiosas y de los cambios habidos en sociedades que actualmente son más plurales, albergando en su seno una gran diversidad cultural y, por ende, también religiosa.
9. Desde el PSOE nos hacemos cargo de lo que supone una idea de laicidad más elaborada cual es la de “laicidad positiva”, entendiendo por tal la que apuesta claramente por la laicidad del Estado desde la conciencia de lo que exige el respeto a las tradiciones religiosas presentes en la sociedad, así como, por supuesto, a los individuos y grupos no adscritos a ninguna de ellas y que también insisten en la libertad de conciencia. La “laicidad positiva” se plantea como laicidad inclusiva, que justamente por respeto al pluralismo y haciendo valer un principio fuerte de igualdad y no discriminación, asume el compromiso de fomentar desde las instituciones políticas los marcos convivenciales en los que nadie se vea excluido por motivos ideológicos o de creencias.
10. Al asumir la dirección que señala una laicidad positiva desde el PSOE afirmamos con énfasis el carácter radicalmente democrático de la laicidad que defendemos, y que por ello mismo no se trata en ningún caso de laicismo antirreligioso, sino de laicidad respetuosa con las confesiones religiosas. Eso exige, como legítima contrapartida, que esas mismas confesiones acepten el principio de laicidad y se comprometan con el respeto a la legalidad que lo recoge.
Convivencia sin privilegios: revisión de los Acuerdos entre Estado español y Santa Sede
11. Profundizar en la aconfesionalidad del Estado, para avanzar por razones radicalmente democráticas hacia un Estado consecuentemente laico, es lo que obliga, por el mismo respeto a los derechos de las ciudadanas y ciudadanos, a superar todas las situaciones en las que se siga dando por parte de los poderes públicos un trato privilegiado a alguna comunidad religiosa. En democracia no se justifica privilegio alguno.
12. En consonancia con lo dicho, el avance hacia la laicidad del Estado, pretendiendo su mejor consolidación democrática y su mayor valor como arquitectura institucional para la convivencia social, el PSOE plantea para el futuro la revisión de los actuales Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede de 1979. Las relaciones de cooperación con la Iglesia católica, que tienen que seguir dándose, han de producirse sin privilegios antidemocráticos y en consonancia lo que exige un tratamiento que en cuestiones de derechos ha de ser igualitario en relación a todas las confesiones religiosas.
Ley de libertad religiosa y de conciencia, Estatuto de laicidad y sistema educativo
13. La laicidad del Estado también ha de promoverse de manera activa a través de una reforma de la Ley orgánica de libertad religiosa que, tras más de treinta años de vigencia de la actual, es absolutamente necesaria, para acomodarla a las exigencias democráticas de la sociedad española de hoy y para responder adecuadamente a la necesidad de una regulación de la libertad religiosa y de conciencia más acorde con el legítimo pluralismo que en ella se da.
14. Un planteamiento coherente en cuanto a laicidad conlleva establecer un “Estatuto de laicidad” que clarifique criterios, normas y pautas de actuación de las instituciones políticas y de los cargos públicos en el desempeño de sus funciones, en relación a símbolos en espacios públicos, a cómo proceder en actos políticos, a cómo actuar en lo que tiene que ver con las confesiones religiosas y sus actividades y presencia social, para que en todo caso la independencia e imparcialidad de las administraciones y poderes públicos no se vea menoscabada.
15. El principio de laicidad, respondiendo a lo exigible por derechos humanos y por calidad de nuestra democracia, debe inspirar, sin dogmatismo de ningún tipo, el sistema educativo en su conjunto, promoviendo un tratamiento académico de lo relativo a las religiones, a la vez que invitando a que cada comunidad atienda desde sí misma a la formación religiosa de sus miembros sin improcedentes apoyaturas en recursos públicos. Eso no obsta para buscar vías de cooperación compatibles con la neutralidad del Estado, el respeto a la conciencia de los individuos y la consideración que se debe a las tradiciones religiosas.
Autor: José Antonio Pérez Tapias y publicado en Mucho PSOE por hacer
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