La Unesco alertó en una guía de 2024 del riesgo de almacenar aparatos y mobiliario en inmuebles patrimoniales como la Mezquita
El documento identifica algunas de las cuestiones que están bajo investigación en el incendio de la Mezquita de Córdoba del pasado viernes, como el almacenamiento de sillas (material combustible) junto a vehículos eléctricos
La Unesco advirtió en una guía publicada en 2024 sobre los riesgos que supone almacenar aparatos eléctricos y mobiliario combustible en edificios patrimoniales. El texto, elaborado por especialistas en gestión del riesgo de incendios, coincide en sugerir el peligro que hay en varias cuestiones que están ahora bajo investigación en la Mezquita-Catedral de Córdoba, un bien que es Patrimonio Mundial, y que vivió un peligroso aunque rápidamente atajado incendio el pasado viernes.
Y es que, desde los primeros minutos, fue el propio Cabildo, el órgano que gestiona el monumento, el que indicó que el fuego se había iniciado en una máquina barredora que estaba conectada a la corriente para su carga, en un espacio donde se almacenaban sillas de madera y había cortinas de tela, elementos que habrían actuado como combustible y favorecido la rápida propagación de las llamas hacia la techumbre.
Todo esto está bajo investigación en estos momentos, con la Policía Científica aun elaborando el informe. No obstante, la hipótesis inicial encaja con varios de los factores de riesgo señalados por la Unesco en su documento, especialmente la combinación de equipos eléctricos y materiales inflamables en un mismo punto, sin separación ni protección contra el fuego.
Una guía producto de otros incendios en lugares patrimoniales
La Guía para la gestión del riesgo de incendios fue encargada en el marco del programa Cultura en Situaciones de Emergencia y desarrollada por Marrion Fire & Risk Consulting. Su objetivo es reforzar las capacidades de gestores, técnicos y autoridades responsables de la protección del patrimonio cultural y natural, frente a una amenaza creciente en todo el mundo.
El documento advierte de que los incendios estructurales —aquellos que afectan a construcciones humanas y no son intencionados, como el que ocurrió en la Mezquita— no solo destruyen los contenidos del edificio, sino que pueden comprometer su integridad estructural y propagarse a construcciones adyacentes. En el caso de monumentos históricos, los daños pueden ser irreparables.
Entre las fuentes de ignición más frecuentes, la guía menciona de forma destacada los sistemas eléctricos: sobrecargas, equipos sobrecalentados, cableado viejo, reparaciones deficientes, conexiones improvisadas o regletas saturadas. Estos elementos, advierte la Unesco, son especialmente peligrosos si se encuentran próximos a materiales combustibles.
El interior de la Mezquita Catedral tras el incendio MADERO CUBERO Fuentes de ignición lejos, materiales combustibles separados
El texto recomienda una serie de medidas preventivas: eliminar o reducir las fuentes de ignición, reubicarlas en lugares menos riesgosos, aislarlas de combustibles, mantener los equipos en buen estado y regular su uso mediante protocolos y formación específica del personal.
En lo que respecta a los materiales combustibles, la Unesco enumera muebles, sillas, cortinas, elementos decorativos y acabados interiores como algunos de los más habituales. La acumulación de este tipo de objetos puede favorecer un crecimiento rápido del fuego, reduciendo drásticamente el tiempo de respuesta. El pasado viernes, las llamas llegaron al techo de la zona en un tiempo muy corto, favorecidos por la cantidad de elementos con capacidad de propagación.
Para minimizar el riesgo, la guía aconseja reducir la cantidad de mobiliario y objetos combustibles, trasladar los que no sean imprescindibles fuera del inmueble patrimonial, y almacenar los necesarios en áreas protegidas o aisladas, preferiblemente rodeadas de superficies incombustibles como hormigón o metal.
Instalación de mamparas antifuego
El texto recomienda además algo que podría haber sido muy positivo para mitigar la propagación: la instalación de mamparas antifuego entre plantas, huecos o zonas de almacenamiento. Otra de las recomendaciones es realizar inventarios detallados de los materiales presentes, identificar su ubicación y evaluar su comportamiento ante el fuego. Esta información, según los autores de la guía, resulta clave para diseñar planes de gestión del riesgo de incendio adaptados a cada sitio histórico.
El incendio de la Mezquita de Córdoba ha reabierto el debate sobre las condiciones de seguridad en los grandes monumentos. El presidente de Icomos, Juan Carlos Molina Gaitán, ha reconocido este martes que la pasada primavera ya advirtió al Cabildo del riesgo del almacenaje de vehículos y mobiliario en el propio monumento (que tiene una intensa actividad litúrgica durante todo al año al ser Catedral de Córdoba).
En este caso, la presencia de mobiliario de uso ocasional —sillas para actos litúrgicos— en un espacio donde operaba maquinaria eléctrica pone de relieve un patrón que la Unesco identifica en esta guía como peligroso en caso de incendios fortuitos. La guía insiste en que incluso aparatos que no están en uso, pero permanecen conectados, representan un peligro si no se supervisan o si se encuentran en contacto con materiales combustibles. El documento menciona, como ejemplo, que los motores pueden generar altas temperaturas y provocar ignición.
El caso cordobés se suma a una lista creciente de incidentes que han afectado a bienes patrimoniales en los últimos años, desde incendios accidentales en templos históricos hasta siniestros en archivos y museos. La organización internacional advierte de que el cambio climático, con olas de calor más frecuentes (el pasado viernes Córdoba estaba en aviso naranja por altas temperaturas), agrava este riesgo.
En el caso de la Mezquita-Catedral, la investigación policial deberá determinar finalmente si la hipótesis del Cabildo se confirma y si las medidas preventivas existentes se ajustaban a las recomendaciones internacionales. Nadie puede a estas alturas cambiar lo ocurrido, aunque es evidente que todos los actores implicados van a repensar bien los protocolos de seguridad en monumentos como la Mezquita-Catedral, por la que pasan anualmente dos millones de personas.
Seguramente, también se pensará bien lo que decir antes de lanzar justificaciones peregrinas. Y es que el deán presidente del Cabildo Catedralicio de Córdoba, Joaquín Alberto Nieva, primero afirmó que las barredoras eléctricas llevaban muchos años allí sin que hubiera pasado nada, para después añadir que nadie les había advertido sobre el uso de la capilla que ardió como almacén.
Hoy, sabemos que la Unesco lo desaconsejaba desde 2024.
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