Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y puso en marcha sus medidas para reducir la inmigración irregular (en sus palabras, “ilegal”), otros países europeos, como el Reino Unido o Alemania, han puesto en marcha medidas similares e incluso han adoptado discursos análogos. Este análisis se pregunta hasta qué punto este desarrollo puede considerarse como un efecto de la política (anti)migratoria estadounidense en Europa.
Resumen
El contexto europeo refleja un endurecimiento generalizado de las políticas migratorias. El gobierno británico de Keir Starmer ha adoptado un enfoque severo para reducir la inmigración irregular, incluyendo redadas en centros de trabajo y una nueva propuesta de ley sobre Seguridad Fronteriza, Asilo e Inmigración. Esta ley ampliaría los poderes policiales, establecería nuevos delitos relacionados con la inmigración ilegal y limitaría el acceso a la ciudadanía para quienes entraron irregularmente al país. En Alemania, la Unión Demócrata Cristiana rompió el “cordón sanitario” colaborando con la extrema derecha en el Bundestag, mientras que en Francia las declaraciones del primer ministro sobre la “sensación de inundación migratoria” han suscitado polémica. Estos movimientos en Europa podrían interpretarse como un “efecto contagio” de la Administración Trump, aunque la tendencia restrictiva en las políticas migratorias europeas se remonta como poco a la “crisis de los refugiados” de 2015. Este análisis sugiere que el discurso y las políticas estadounidenses, aunque no son el origen de estas medidas en Europa, influyen en el marco interpretativo y discursivo utilizado para abordar la inmigración. Se identifican tres efectos principales: en el discurso político, en las posiciones de los partidos y en la opinión pública, que contribuyen a normalizar medidas antes consideradas excepcionales o extremas.
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