lunes, 18 de septiembre de 2017

La casa del Molino de Cádiz

LA CASA NOBLE DEL MOLINO HARINERO DEL SIGLO XVII

En las ultimas semanas se ha difundido una campaña difundida tanto por German Garbarino como por Eugenio Belgrano (con cierta polémica según parece y que puedes ver dicho enlace en la caja de comentarios) así como por otros amantes del patrimonio histórico, en defensa de una finca gaditana donde un grupo cooperativo de G. F. que tiene varios proyectos entre manos en la ciudad de Cadiz situado en Ramón de Carranza y Barrocal así como sus promociones en el Campo del Sur y Vea Murgia pero la denominada en la calle Cervantes y, según parece, por lo que tienen proyectado e indicado en su pagina web "El edificio consta de cuatro plantas (planta baja más tres). Al ser una construcción totalmente nueva se ha buscado la integración en el entorno urbano del Casco Histórico de Cádiz" tiene pinta como denuncia Eugenio Belgrano y German Garbarino que conllevaría la destrucción de la anterior edificación, una casa noble con restos de un molino harinero urbano del siglo XVII.

Fotografía de German Garbarino
Fotografía de German Garbarino
Así pues, dicha edificación se construyó en la época dorada de la molinería que tuvo lugar entre los siglos XVI y XVIII, y es mas, por aquellas fechas había ni mas ni menos en la Península Ibérica que unos seis mil molinos harineros y al menos otros trescientos artefactos hidráulicos.

Los molinos son, en teoría, un mecanismo sencillo pero de preciso funcionamiento, la maquinaria se compone de dos piedras: una móvil, llamada corredera o volaera y otra fija o solera debajo. Cada una viene a pesar unos dos mil kilogramos.

Fotografía de German Garbarino
Las muescas o dibujos grabados en ambas piedras son de máxima importancia, pues trituran y aventan la harina. El excesivo roce las pule, por lo que es necesario limpiarlas de vez en cuando. Al picar con una lima de acero las estrías, saltan minúsculas partículas metálicas que ennegrecen las manos. Para izarla se usa la cabria, aunque en su manejo se impone la habilidad mas que la fuerza.

La provincia de Cadiz siempre ha sido una potencia mundial en la importación y en la transformación del trigo en harina desde tiempos inmemoriales gracias a nuestro puerto pero la provincia también ha tenido una gran tradición molinera en localidades como Conil de la Frontera, Grazalema, Vejer y el Bosque donde todavía se puede ver un Molino al estilo de la Sierra de Cadiz y donde se elaboran molletes, al estilo de la Sierra de Cadiz y pan de pueblo.

Así pues, la ciudad gaditana por su incapacidad geográfica para producir trigo, tenia que exportarlo y la transformación de harina se hacia en los molinos, generalmente hidráulicos pero también, como se puede ver todavía en la finca de la calle Cervantes, por otros medios como se podría ver en el molino harinero urbanos.

Efectivamente, el crecimiento demográfico de la ciudad de Cádiz en ese periodo de esplendor era enorme, con cerca de 75.000 habitantes a finales del siglo XVIII y considerada como la cuarta ciudad de España mas importante y poblada de la piel de toro. Ademas, tenemos que sumar la pujanza del resto de municipios de la bahía gaditana, haciendo a la provincia de Cadiz, la mayor conurbación de la España de la época.

Así pues, para controlar todo esto existía la Alhóndiga gaditana y los comerciantes de grano que regulaban y controlaban el mercado de grano, sobre todo, en el siglo XVIII ya que por estas fechas la capacidad de la alhóndiga gaditana era realmente importante puesto que a mediados del año mil setecientos podía albergar más de 50.000 fanegas de trigo.

Fotografía de German Garbarino 
Teniendo en cuenta que una parte del trigo y de la harina consumida por los panaderos gaditanos procedía de la alhóndiga, y otra parte de los compradores de granos establecido en la ciudad, se puede indicar que las cifras de venta de trigo y harina de la alhóndiga con las de consumo de trigo de la población gaditana en el último tercio del siglo XVIII puede estimarse en 219.000 fanegas anuales en 1768 y 265.000 en 1798.

También otras poblaciones como Chiclana y El Puerto de Santa Maria tenían un transporte fluvial donde la burguesía gaditana almacenaba en sus fincas de Chiclana grandes cantidades de cereales para irse suministrando durante todo el año o especulando en época de escasez, tanto a la población gaditana como a las embarcaciones. Algunos de estos almacenes todavía se pueden ver en la ciudad chiclanera.

Pero volvamos a la finca de la calle Cervantes, según parece, el edificio pertenencia a D. Benito Cuesta que entre otros tenia la finca de la calle Sagasta esquina Callejon del tinte (otro edificio que también esta en venta desde hace años desde que un banco se hizo con la propiedad de la misma).

Según parece, por la información recabada, el edificio ha pasado por los siglos sin que prácticamente hayan alterados su fisonomía original, solamente algunas intervenciones para adaptar la estructura a viviendas o en otras estancias subterráneas o en el sótano, donde el Sr. Benito Cuesta, localizó las estructuras de moliendas semienterradas, en muy buen estado de conservación así como solerías originales y otros elementos destacables propias de la industria del siglo XVII.

Según cuenta Eugenio Belgrano German Garbarino"Existe entrada por el portal de la finca de la calle Cervantes nº 5 (Casa del Molino), que da paso a un largo pasillo o callejón descubierto, que finaliza en un amplio patio, igualmente descubierto, el cual dispone de distintas estancias. Las situadas al final de dicho callejón pudieran ser parte de los almacenes de grano y en ella en su subsuelo existe diversas estructuras tipo cisternas. Mientras las situadas a la izquierda del patio, conservan hoy en día, los pesebres de madera y pavimento original de piedras de bolos, típicos de la época".

Fotografía de German Garbarino
Así pues, también indica Belgrano Garbarino"La finca de Cervantes nº 7, Casa del Molino, presenta fachada típica del siglo XVII, bajo, primera planta noble y segunda, rematada condecoración de tejas. La finca noble, cuenta con la típica entreplanta o zona de oficina que da su servicio a la fachada trasera del edificio, no siendo visible desde la fachada principal. La puerta de entrada a la finca de gran formato y detalles de hierro como tirador y bocallaves, así como bisagras del siglo XVII".

Resulta muy interesante el lujo y la riqueza de dicho molino por lo que Belgrano Garbarino cuenta a continuación. "Esta da acceso a una segunda puerta de cuarterones, que a su vez da paso al patio principal (la solería original ha quedado oculta bajo una solería de mármol colocada en los años 90) el patio de divide en varias estancias en las cuales se encuentran estancias del molino del Siglo XVII y otras instalaciones. Hacia el frente de la segunda puerta se encuentra la escalera principal, con un amplio arco formado de ladrillos colorados, tapados por diversas capas de cales, de amplio formato y escalones ocultos, bajo solería moderna".

Gráfico elaborado por German Garbarino.
Así como, en estos otros detalles donde se apreciaba el lujo y la elegancia de la finca "Desde la primera planta se da paso a diferentes estancias que conservan las divisiones originales, portaje de época, solería de barro cocido y forjados de maderas y barro del siglo XVII. A la segunda planta se accede desde unas escaleras de huellas de madera, típicas de las casas de Cádiz del Siglo XVII y posterior, siendo de época original, las estancias que dan a la fachada principal, bien conservadas, para la época y de fractura igual a las de la primera planta en cuanto a la conservación de portaje, solerías y cubiertas del siglo XVII".

Y continua con la descripción de la finca "Tiene vista a puerta de cuarterones del siglo XVII que da acceso a la entreplanta del edificio, la cual conserva impostas de una pequeña cocina de leña. El barandal hacia la primera planta es de madera, aunque las diversas capas de pintura no permiten ver el tipo, su fractura es típica del siglo XVII de Cádiz. Una vez en primera planta se puede observar las galerías con rejas de forja de la misma época, aunque parte de la galería ha sido ocupada por construcciones de diferentes épocas, claramente identificables".

Sin embargo, aunque en Cadiz es muy típico los molinos de marea en San Fernando, Chiclana, Puerto Real y El Puerto de Santa Maria, resulta curioso poseer un molino harinero en la ciudad y después de leer esta entrada la importancia que también tuvo la ciudad en el comercio y la distribución internacional del trigo y la harina desde el siglo XVI.

Tienen que ser lo historiadores y los profesionales quien investiguen el origen de este molino harinero olvidado en Cadiz y comprobar su importancia histórica antes de meter la pala y que no nos pase como muchos otras edificaciones gaditanas ya perdidas o con intentos de perderse como el Arco de la Rosa que si no fuera por un gaditano que dio la denuncia se hubiese perdido para siempre pero de esto ya lo contaré en otra entrada.

PARA APOYAR LA INICIATIVA DE EUGENIO BELGRANO Y GERMAN GARBARINO PUEDE PINCHAR EN ESTE ENLACE PARA MAS INFORMACIÓN. Y PARA FIRMAR LA PETICIÓN REALIZADA POR GERMAN GARBARINOPUEDES PINCHAR EN ESTE OTRO ENLACE.

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