miércoles, 2 de julio de 2014

¡Murallas", por Rafael Román

EL grito que ha tenido más éxito de los atribuidos a los hermanos Marx es el de ¡Más madera! ¡Traed madera! ¡Es la guerra! Dicen que no es así exactamente en la versión original pero que duda cabe que el doblador, si lo alteró, acertó plenamente. En la películaLos Hermanos Marx en el Oeste queman un tren entero arrojando toda su madera en la caldera de la locomotora para que continuara su marcha. Llegó, pero absolutamente desvencijado. 

Así estamos en Cádiz. Pero con las murallas. Con la pretendida intención de que las murallas se tengan en pie nos las estamos cargando. Dicen que las están mejorando. Sí, se puede decir que como de aquel enfermo al que visitaba el médico con frecuencia para observar su estado y lo consolaba día tras día con la esperanza de un pronto restablecimiento. Unas veces porque le latía bien el pulso, otras porque expectoraba regularmente, signo de clara mejoría, pero el enfermo, cada vez peor, dudaba de las observaciones del doctor. Un día un amigo fue a visitarlo y le preguntó por la marcha de su enfermedad. Le respondió "¿Cómo quiere que me vaya? ¡Me muero de tanto mejorar!" 

La anécdota es muy culta de origen. La relata Kant en un pequeño tratado: Replanteamiento de la cuestión sobre si el género humano se halla en continuo progreso hacia lo mejor. En el tema de las murallas la respuesta es negativa. Vamos a peor. 

Hay un movimiento ciudadano de alarma porque las cosas se están haciendo mal, con la excusa de que hace años se hizo también mal, aunque hace tres centenares de años se hicieran muy bien las murallas. Pero llueve sobre mojado. Ya hubo un intento de hacer un aparcamiento en el costal de otro baluarte, como el de San Roque hacia Santa María del Mar. En aquella ocasión, a pesar de las presiones municipales -que hacía lo contrario de lo que debía en cuanto a la protección del patrimonio-, los responsables de Costas se opusieron porque el cercano Instituto Columela y las casas próximas percibieron los temblores de las primeras máquinas destacadas allí para cometer el atropello. Afortunadamente se evitó. Eso sí, no hubo manera de hacer entre suelo portuario y público municipal un aparcamiento, a precios reducidos, de 4.000 plazas entre el muelle y Canalejas. Hay que ir a zonas más peligrosas, para que no baje el precio de los aparcamientos y deje de venir a Cadiz la gente de la provincia. Salvo en carnavales.

(Copiado de Diario de Cádiz)

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