domingo, 8 de junio de 2014

Alegrías de Cádiz

García Pelayo llevaba treinta años sin dirigir, pero su regreso a la acción no ha podido ser mejor: Alegrías de Cádiz, película libérrima y mutante que hace por la luz gaditana lo mismo que Vivir en Sevilla hizo por los claroscuros hispalenses.
Alegrías de Cádiz se abre con las pruebas para elegir a la protagonista, Pepa, encarnación del espíritu simbólico de la ciudad que vio nacer a nuestra primera Constitución. El director decide no elegir: quedarse con las cuatro pepas que encarnarán los distintos rostros de una misma libertad polimórfica. Y la película también renuncia a conformarse con una identidad monolítica, desplegándose, así, como muchas cosas a la vez: coreografía de amores, desamores y desengaños, paseo por Cádiz bajo las explosiones verbales de su protagonista masculino —Jeri Iglesias, canalizando la energía de su padre, Miguel Ángel Iglesias, actor fetiche de García Pelayo—, reivindicación del poder popular, irreverente y contestatario de las chirigotas y loable diálogo entre la memoria de la vieja efervescencia contracultural y la vida y la carne que se conjugan en presente. Una película viva, inagotable.
El País 23 de Mayo de 2014.



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