ESTE fin de semana los socialistas se juegan su futuro. Tendrán que decidir quién les va a dirigir en los próximos años y también, más importante, qué modelo de partido van a ofrecer a los ciudadanos.
Es normal que un partido político entre en una dinámica convulsiva de renovaciones personales y política después de haber sufrido una severa derrota. Y es bueno que se postulen varias alternativas para dirigir los nuevos destinos que le corresponde a este partido. Porque no se puede quedar instalado en la continuidad después de que los ciudadanos los hayan situado casi al margen de la gobernabilidad del país. Porque es la derrota, esa que no se ha sabido o no se ha querido ver cuando los ciudadanos les han venido avisando, la que debe obligar a hacer una renovación profunda y pacífica de este partido. Esta derrota, y otras, publicitan un cambio de ciclo. Y es desde el estudio de esta derrota de donde tenemos que sacar las conclusiones para llevar a buen término el cambio que necesita este partido. Un cambio de personas y también un cambio de adaptación de las ideas a los nuevos tiempos.
Pero esta renovación tiene que tener las cosas muy claras. Yo creo que la política no es cuestión de jóvenes ni de mayores, como tampoco es cuestión de mujeres ni de hombres. La política tiene que estar dirigida por personas solventes, con un amplio curriculum tanto personal como político a sus espaldas. Personas que inspiren confianza y respeto en los ciudadanos. Porque sin confianza ni respeto no hay liderazgo. Y esta es una de las enseñanzas que este partido debe sacar de esta derrota. No se puede hacer un gobierno de diseño para dirigir un país. Un partido no puede desperdiciar a políticos con talento y solventes porque se encuentren pasado los cincuenta años. Esto es una barbaridad. Pero tampoco un partido puede exhibir siempre el mismo cartel y menos después de sufrir una gran derrota. La experiencia tiene que situarse en segunda línea, tiene que saber dar un paso atrás y dejar que otros asuman la renovación. Pero también la derrota exige un cambio en las ideas.
Este partido lleva mucho tiempo instalado en una comodidad orgánica, motivada por el férreo control ejercido sobre los órganos dirigentes, se decía que había unión, el partido único, monolítico. Pero esta unión ha sustituido el debate político del partido por el abrazo. No ha existido debate, todo se ha aprobado con mayorías y la militancia se ha sentido alejada, sin voz y sin participación alguna en la vida orgánica. Ha sido un partido sin vida, convertido en una maquinaria electoral.
Y este partido necesita ofrecer un nuevo mensaje, adaptado a la realidad de los nuevos tiempos. Necesitamos un nuevo mensaje para una nueva clase media, necesitamos un nuevo mensaje para unos jóvenes con unas necesidades diferentes, necesitamos una nueva política para una nueva sociedad del trabajo y necesitamos adaptar el estado de bienestar a unas necesidades diferentes. El partido necesita liderar a la sociedad y no al revés. Es la sociedad la que debe asumir como propias las ideas del partido, tiene que existir una comunión entre los ciudadanos y el partido. Lo contrario es lo que ha existido y lo que nos ha llevado a perder tanto apoyo.
En definitiva, es obligado renovar y adaptar el discurso para una nueva social democracia que corresponda a la realidad de la sociedad de nuestro tiempo. No puede ser lógico que quienes han llevado al mundo a la peor crisis económica de nuestro tiempo, sean los que tengan la confianza de los ciudadanos para que nos saquen de ella. Como tampoco puede ser lógico que quienes han llevado a este partido a esta gran derrota, pretendan ahora seguir dirigiendo sus destinos.
Hace falta sabia nueva, jóvenes o mayores, con una gran solvencia tanto personal como política a sus espaldas que dirijan a este partido de una forma distinta, con nuevos métodos para unos nuevos tiempos.
(Publicado por Tito Valencia en Diario de Cádiz)
Es normal que un partido político entre en una dinámica convulsiva de renovaciones personales y política después de haber sufrido una severa derrota. Y es bueno que se postulen varias alternativas para dirigir los nuevos destinos que le corresponde a este partido. Porque no se puede quedar instalado en la continuidad después de que los ciudadanos los hayan situado casi al margen de la gobernabilidad del país. Porque es la derrota, esa que no se ha sabido o no se ha querido ver cuando los ciudadanos les han venido avisando, la que debe obligar a hacer una renovación profunda y pacífica de este partido. Esta derrota, y otras, publicitan un cambio de ciclo. Y es desde el estudio de esta derrota de donde tenemos que sacar las conclusiones para llevar a buen término el cambio que necesita este partido. Un cambio de personas y también un cambio de adaptación de las ideas a los nuevos tiempos.
Pero esta renovación tiene que tener las cosas muy claras. Yo creo que la política no es cuestión de jóvenes ni de mayores, como tampoco es cuestión de mujeres ni de hombres. La política tiene que estar dirigida por personas solventes, con un amplio curriculum tanto personal como político a sus espaldas. Personas que inspiren confianza y respeto en los ciudadanos. Porque sin confianza ni respeto no hay liderazgo. Y esta es una de las enseñanzas que este partido debe sacar de esta derrota. No se puede hacer un gobierno de diseño para dirigir un país. Un partido no puede desperdiciar a políticos con talento y solventes porque se encuentren pasado los cincuenta años. Esto es una barbaridad. Pero tampoco un partido puede exhibir siempre el mismo cartel y menos después de sufrir una gran derrota. La experiencia tiene que situarse en segunda línea, tiene que saber dar un paso atrás y dejar que otros asuman la renovación. Pero también la derrota exige un cambio en las ideas.
Este partido lleva mucho tiempo instalado en una comodidad orgánica, motivada por el férreo control ejercido sobre los órganos dirigentes, se decía que había unión, el partido único, monolítico. Pero esta unión ha sustituido el debate político del partido por el abrazo. No ha existido debate, todo se ha aprobado con mayorías y la militancia se ha sentido alejada, sin voz y sin participación alguna en la vida orgánica. Ha sido un partido sin vida, convertido en una maquinaria electoral.
Y este partido necesita ofrecer un nuevo mensaje, adaptado a la realidad de los nuevos tiempos. Necesitamos un nuevo mensaje para una nueva clase media, necesitamos un nuevo mensaje para unos jóvenes con unas necesidades diferentes, necesitamos una nueva política para una nueva sociedad del trabajo y necesitamos adaptar el estado de bienestar a unas necesidades diferentes. El partido necesita liderar a la sociedad y no al revés. Es la sociedad la que debe asumir como propias las ideas del partido, tiene que existir una comunión entre los ciudadanos y el partido. Lo contrario es lo que ha existido y lo que nos ha llevado a perder tanto apoyo.
En definitiva, es obligado renovar y adaptar el discurso para una nueva social democracia que corresponda a la realidad de la sociedad de nuestro tiempo. No puede ser lógico que quienes han llevado al mundo a la peor crisis económica de nuestro tiempo, sean los que tengan la confianza de los ciudadanos para que nos saquen de ella. Como tampoco puede ser lógico que quienes han llevado a este partido a esta gran derrota, pretendan ahora seguir dirigiendo sus destinos.
Hace falta sabia nueva, jóvenes o mayores, con una gran solvencia tanto personal como política a sus espaldas que dirijan a este partido de una forma distinta, con nuevos métodos para unos nuevos tiempos.
(Publicado por Tito Valencia en Diario de Cádiz)
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