Reducir las expectativas. Al máximo. Dejarlas bajo cero. Con ese lenguaje épico tan utilizado en momentos prebélicos: lo único a lo que tenemos que temer es al temor mismo…, etc. Reduciendo las expectativas, diciendo por ejemplo, como dicen, que la nueva reforma laboral no creará empleo a corto plazo, pero que es necesaria, cualquier empeoramiento en la situación se dará por descontado, y cualquier mejora se atribuirá por definición al Gobierno (porque la gente atribuye al Gobierno los fracasos pero también los éxitos).
Y cuando, quién sabe si en uno o dos años, las cosas vayan mejor, porque peor es difícil que vayan, entonces el Gobierno podrá decirnos que fue gracias a él. Los socialistas españoles van a tener una losa impresionanante encima: la que afirma que ellos (González y Zapatero) destrozan la economía y los populares (Aznar y Rajoy) la recuperan. Se trata de una mentira grande como la pirámide de Keops, pero verosímil y fácil de decir y de reproducir.
Sólo si mis amigos del Partido Socialista empiezan ya a avisar de la existencia de esa trampa mortal, podrán evitarla.
Veáse aquí mismo “El síndrome Disneyland”
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