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| El Gobierno está decidido a presentar y defender en el Congreso nuevos Presupuestos, con febrero en el punto de mira. La posición de Junts no ha cambiado pero en el Ejecutivo confían en un eventual regreso de Puigdemont para reconducir la relación. A partir de ahí, volverían a llevar las cuentas al Congreso para poder aprobarlas El Gobierno ya era consciente de que no sería posible aprobar una nueva senda de déficit. La ruptura de Junts no es un farol. Sin embargo, su tramitación es hito imprescindible en el camino hacia unos nuevos Presupuestos Generales del Estado y a ello está decidido el Gobierno. Aun asumiendo que, de igual manera, a día de hoy no tiene apoyos suficientes para aprobarlos. Sin embargo, se trata de una decisión política asumida por el presidente Pedro Sánchez. El jefe del Ejecutivo comprometió antes del parón estival que llevaría, tres años después, un nuevo proyecto de Presupuestos Generales del Estado. El Gobierno lleva toda la legislatura operando con las cuentas de 2023, que no ha podido renovar desde entonces. Con todas las implicaciones políticas y prácticas que ello supone. Es cierto que, como defiende el Ejecutivo para quitar hierro a esta situación, el margen fiscal que deja esas cuentas es ingente. Y que es posible actuar con modificaciones vía acuerdos en el Consejo de Ministros. Pero también que resulta mucho más costoso y problemático a nivel organizativo. Hay ministerios de nueva creación que ni siquiera tienen cuentas propias. Y, sobre todo, el coste de oportunidad a nivel político. Sánchez quiere presentar y defender unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, aun sin apoyos, como impulso político a la legislatura. Definir prioridades políticas. Presentar la ‘cara amable’ del Gobierno de coalición. Retratar a los partidos que van a oponerse. El trampolín que llevó a Sánchez a ganar sus primeras elecciones, en abril de 2019, no fue otro que el fracasado Presupuesto de 2019, tumbadas por ERC y Junts. Cuentas presentadas también sin apoyos y conscientes de que sería casi imposible sacar adelante. Entonces, ¿qué?El fracaso de la senda de déficit, por tanto, no altera la hoja de ruta. Ni siquiera la contundencia de Junts. “Ni objetivos hoy ni Presupuestos mañana”, espetó Josep Maria Cruset a María Jesús Montero en el debate de la senda este jueves en el Congreso. Pero para la vicepresidencia no supone ninguna sorpresa. El rechazo no varía un ápice su hoja de ruta. Nuevos Presupuestos tras el parón de Navidades. Y con la vista puesta en febrero, no en enero, mes inhábil a efectos parlamentarios y que el Gobierno prefiere no activar. Dar tiempo y más margen para presentar el proyecto. Hay socios con los que ya ha habido conversaciones y se han trasladado propuestas. Hay que tener en cuenta que no es la primera vez en la que el Gobierno ha estado cerca de presentar las cuentas, con negociaciones presupuestarias ya avanzadas. ¿Existe posibilidad real de aprobarlos?Las cuentas, por tanto, si nada cambia, serán presentadas a partir de febrero y llevadas al Congreso. A partir de ahí, desfile de altos cargos, comparecencias y debate de totalidad. Y, previsiblemente, derrota parlamentaria en la votación de totalidad. Presión para convocar elecciones. Sánchez no ha dejado de remarcar que su voluntad es consumir los cuatro años de mandato. Horizonte 2027. No se fía el futuro de la legislatura a las nuevas cuentas. De ahí el realismo con el que se encara el trámite, asumiendo con naturalidad una posible derrota. Eso no implica, ni mucho menos, una renuncia a llegar a aprobarlos. No es sólo una jugada política, existe voluntad de aprobarlos y el Ejecutivo agotará todas sus cartas. Pese a la distancia marcada por Podemos, en el Gobierno asumen que esas cartas están en manos de Junts. Y no ven cerrada la puerta a reconducir la relación. En esa línea se encuadra el último decreto-ley, convalidado con éxito este jueves en el Congreso, con compromisos de otras negociaciones pendientes por cumplir. La mano ganadora, en todo caso, estaría en una aplicación integral de la amnistía a los líderes del procés, lo que permitiría la vuelta a España del expresident Carles Puigdemont. Este hecho, confían en el Ejecutivo, abriría la puerta a poder negociar unas nuevas cuentas. Y, en ese caso, el Gobierno se lanzaría de lleno a aprobarlas. Y ahí estaría por ver el precio que pone Junts para conceder a Sánchez el gran balón de oxígeno de la legislatura. | |
La senda ha muerto… ¿y ahora qué?
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