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vida de los 'soldados del fuego'

 

El Infoca, poner el pecho frente a las llamas por 1.400 euros al mes: la vida de los 'soldados del fuego' del siglo XXI

Dos miembros de los Brica, las brigadas de refuerzo, explican las vicisitudes que enfrentan, el peligro constante o que la Junta incumple sus compromisos en pagarles la antigüedad o que este año es la primera vez que el servicio no está al 100%


Emilio Del Pino y Ángel Rubio hablaban tranquilamente esta semana. Estaban en una guardia activa, es decir, pendientes. Y no de cualquier manera, sino localizables para acudir a su puesto en base a menos de una hora. Ambos forman parte de la Brica situada en Granada, las llamadas brigadas de refuerzo. Cuando algo se complica, vuelan en un superpuma, un helicóptero pesado con una veintena de personas. No hay para ellos fuegos sencillos, quizás porque ninguno lo es. 

Hoy, la enorme mayoría de países de este occidente cultural en el que se sitúa España no sabe lo que es la guerra. Existen la violencia, las batallas frente a problemáticas, los retos sobre la seguridad... Pero la guerra, lo que es la guerra, no. Apenas se han desplazado soldados españoles más que puntualmente a zonas de conflicto en las pasadas décadas. Gracias a la suerte de haber nacido en este tiempo, vivimos en una especie de paréntesis histórico de tranquilidad donde llevamos mucho tiempo sin que nos caigan bombas en la cabeza ni los uniformados con bayonetas nos quieran invadir.

Por eso, escuchar a los miembros del Infoca hablar trae a la mente que son un cuerpo que sí vive su propia guerra contra un enemigo cruel, destructor, irracional... Es el fuego. Como contaba en 2021 Francisco Salas (DEP), creador del Infoca, veníamos antes de tomarnos el asunto en serio de que los fuegos pudieran avanzar sin control, quizás a veces ordenados por la pericia y el conocimiento de los hombres y mujeres antiguos del campo. Hoy, la clave está en que muchos fuegos con potencial ampliamente destructor apenas quedan en un titular perdido donde se informa de apenas unas hectáreas quemadas. 

incendio Zahara  29
La amenaza sobre hogares y viviendas del fuego de Atlanterra esta semana.  JUAN CARLOS TORO

Emilio y Ángel llevan toda una vida aquí. El primero, tres décadas. El segundo, más de dos décadas. Ambos, responsables andaluz y nacional, respectivamente, en UGT. Pero activos, hay que subrayar. Porque tras esa guardia localizable, unas horas después de hablar con lavozdelsur.es, el jueves por la noche conocían que eran mandados a Galicia como refuerzo para luchar contra el fuego en Ourense, una situación extraordinaria, la de salir de Andalucía. 

Ambos rondan la edad en la que serán cuestionados cada año sobre su continuidad. Porque entre los 55 y los 60, deben hacer las mismas pruebas físicas que se hacen para acceder, pero cada año. Y a los 60, quieran o no, pasarán a una segunda actividad. "Tenemos compañeros que están de limpiadores, bomberos con 40 años de experiencia". 

El fuego es peligro y dolor

El fuego es una crueldad. Es arrasador y devastador, palabras que se leen y se escuchan en estos días, pero que básicamente pueden significar que aquello que es tuyo, tu casa, tu espacio vital, tu entorno, y tu tiempo, pasarán de repente a ser parte del pasado, polvo, ceniza. Entonces, sobre todas las cosas, el fuego puede ser cruel. Lo es más para las familias de los tres fallecidos contabilizados en España en estos días -a la hora de escribir este reportaje-. Pero también para los vecinos desalojados. No hace falta irse lejos. Los desalojados de Tarifa salieron con lo puesto pensando que quizás su casa -sea de todo el año, sea la de verano- quizás no estaría ahí cuando volvieran. El fuego se quedó a un metro.

El fuego llegó a la puerta de las casas en Atlanterra.
El fuego llegó a la puerta de las casas en Atlanterra.   A. CARRASCO RAGEL / EFE

Ahí siempre están los bomberos del Infoca. Con enorme pericia, en el caso de Tarifa, consiguieron parar el fuego a las puertas porque se dio una ventana de oportunidad. Expertos miran y remiran las condicones del terreno o de la climatología, estudian el avance y calculan: en este punto y a esta hora habrá una posibilidad de parar el fuego. Y eso ocurrió en Tarifa: todo el esfuerzo se puso en que el incendio no arrasara viviendas ni negocios porque ahí había oportunidad, y se logró. De no volcarse los medios aéreos allí, quién sabe si el incendio aún sería noticia y puntos como todo Atlanterra, los Alemanes, Zahara o Bolonia serían hoy un enorme lunar negro en la piel de Andalucía.

"No existe ningún tipo de complemento"

Emilio del Pino explica que por jugarse la vida, la integridad, no hay "ningún tipo de complemento, ni de nocturnidad, ni de penosidad, ni por pasar muchos días". En realidad, tampoco es que lo cuente como reclamación directamente, lo cuenta porque se le pregunta. Sí piden la antigüedad, que está congelada. Un trabajador de Infoca con más de tres décadas cobra apenas 50 euros más que el que acaba de entrar. Es de los pocos empleos públicos donde ocurre. 

Tampoco se dan días pagas por una crisis concreta, ni por desplazarte. Todo va en el calendario laboral. "Normalmente, te compensan con días en noviembre, diciembre, enero...". Se dan varios fenómenos que pueden calificarse de diferenciadores o curiosos en esta profesión. Hay varios meses a piñón, veranos intensos, que te llamen y de repente te veas bajo 44 grados en Córdoba, Jaén o Sevilla. La mitad del peso que suelen llevar los bomberos cuando se pegan una caminata monte arriba monte abajo es agua. "Después de un gran incendio, en un día he llegado a perder tres kilos, por estar once horas allí metido". Casi todo es agua. 


Bomberos del Plan Infoca trabajando en las labores de extinción del fuego.
Bomberos frente a un incendio esta semana. 

Así, no es imposible que bajo esas protecciones de bombero te dé un golpe de calor. O por haber tenido que caminar a pie 10 kilómetros de monte buscando las llamas, porque no hay vehículo que entre al punto donde el Infoca hace más falta. De repente estás preparándote para ir a cenar con la familia, que en verano es cuando suele estar de vacaciones, pareja, hijos, amigos... y en menos de una hora te llaman para estar en tu puesto porque te vas. "Para nosotros, lo normal es salir a la calle con la mochila". Con lo básico.

Preguntados sobre si los bomberos están hechos de otra pasta, casi con vergüenza, la respuesta es que "sí", porque "esto es vocacional". Hay quienes entran  al poco se dan cuenta de que esto no es para ellos. Se viven situaciones terribles. "Necesitas un espíritu de sacrificio muy grande". No es que haya bajas en verano, esas apenas se dan. "Hay más en invierno, curiosamente", en los trabajos que no suelen ser de fuego sino de prevención. "Quizás hay compañeros que se confían y se producen más accidentes, una caída en desnivel, una rama que cae sobre un compañero...". Y porque en verano no se quieren dar de baja. Quizás prefieren aguantar ese dolor de espalda arrastrándolo durante semanas y esperar a que baje la temporada de incendios para curarse.

Lo que ha llegado a ser Infoca tiene que ver con ese esfuerzo personal de cada cual, y con una visión de unos pioneros como lo fue Paco Salas en su día, junto a otros. Salvaguarda del patrimonio verde, como repeler a los malos como hacen los policías, pero contra el fuego. "Aquí el servicio está más o menos dimensionado y está muy profesionalizado". Antiguamente, lo de los hombres del campo que ayudaban tenía sentido. Pero hoy esa vida rural ha decaído y "te ves a voluntarios con chanclas. Antes hasta sabían mejor que tú que en un incendio te tienes que cubrir la cabeza porque el pelo es de lo primero que puede arder". Así que es cierto que por lo general mejor no tener voluntarios, o si los hay, tenerlos muy bien coordinados y dirigidos.

Quemarse el culo, la expresión que emplean cuando te rodea el fuego

Y todo esto, por una módica cantidad: de media, la nómina más habitual suele ser los 1.400 euros mensuales. Para una plantilla de 4.000 personas (de los cuales, bomberos, unos 2.500). "Este año es la primera vez que no se cubre al completo el servicio". Faltan 300 profesionales, denuncian los sindicatos. Faltan manos en el año que en España parece todo más difícil. Los que faltan son contrataciones temporales. "La Junta no ha cumplido su compromiso, anunció que todo el personal temporal uba a ser contratado, pero no ha sido así".

Hay además decisiones que muchos profesionales consideran equivocadas, como la compra de unas 130 furgonetas Ford Turneo que apenas se elevan 12 centímetros del suelo. "No podemos entrar por casi ningún camino". En la práctica, al final supone llegar al Puesto de Mando Avanzado -la instalación temporal desde donde se coordina la lucha contra el fuego- y desde ahí esperar que alguien con el 4x4 de Infoca empiece a dar viajes hasta la primera línea del incendio.

Incendio en el Jerez rural.
Una imagen del incendio de pastos en el Jerez rural esta semana, que no fue a más.  JUAN CARLOS TORO

En este reportaje, se describe de forma general lo que puede llegar a suponer, a sentirse, en un incendio. Pero es solo algo superficial. Ángel Rubio explica que se ha visto más de una vez atrapado en un cambio de viento. "Nos ocurrió por ejemplo en Sierra Bermeja". Hay veces en que "como decimos nosotros, que nos estamos quemando el culo". Es decir, que por detrás llegan las llamas. 

Eso significa que tus vías de escape, los caminos que tienes previstos para volver, de repente han sido asolados por el fuego. "Tienes que manejar esa situación". En un tiempo en que los fuegos hasta "saltan los pantanos". Como se ha perdido mucha vida rural, hay malezas que no son aprovechadas. "Es algo indiscutible, científico, los incendios son más virulentos", e influyen el cambio de vida del mundo rural y el cambio climático. Hay más diseminados, casitas perdidas entre vegetación, hay un mayor estrés hídrico, hay mucha menos humedad la mayoría de noches que impiden que la vegetación deje de estar seca...

En esas, claro que surgen dificultades de que el fuego avance más de lo deseado, que se descontrole. En los últimos años, apenas ha habido fallecidos. El último, en 2021 en Málaga, en Sierra Bermeja. Una realidad con la que conviven estos soldados contra el fuego: sea como sea, culpa de alguien o no, puede acabar ocurriendo una tragedia porque ellos están poniendo el pecho frente a las llamas. Los guardaespaldas de la naturaleza y de las vidas de otros. Solo vale 1.400 euros al mes. Una ganga.

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