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Más vale PSOE que ultraderecha

 

Más vale PSOE que ultraderecha. (Un alto porcentaje de votantes comparte este planteamiento)

Un votante crítico pero responsable ve en el PSOE un dique frente al retroceso democrático.
En el complejo panorama político español actual, existe un perfil cada vez más relevante, aunque no siempre suficientemente visible, de votante: el ciudadano o ciudadana que, sin militar en el Partido Socialista ni identificarse plenamente con él, lo apoya en las urnas como una elección razonada y responsable. 

Se trata de un votante socialdemócrata moderado, más próximo al centro que a la izquierda más militante, que, sin embargo, encuentra en el PSOE la única fuerza con capacidad real de frenar el ascenso de la derecha y, sobre todo, el avance de una ultraderecha que empieza a permear con normalidad las instituciones.

Lo que está en juego, a juicio de este segmento del electorado, es el modelo de sociedad

Este votante, que se reconoce en valores como los derechos humanos, la defensa de una sanidad pública fuerte y universal, la igualdad entre mujeres y hombres, el respeto a todas las formas de identidad y orientación sexual, y un compromiso firme con la justicia social, no vota en clave identitaria ni partidista, sino ética. No milita, no participa activamente en los órganos del partido, y muchas veces observa con crítica sus pactos coyunturales y algunas decisiones de gestión. Pero mantiene una conciencia clara de qué está en juego en cada elección. Y lo que está en juego, a juicio de este segmento del electorado, es el modelo de sociedad.

Esta posición se explica también por el rechazo explícito a la visión de la derecha, a la que se percibe alineada con los intereses de las clases sociales medias-altas y altas, menos proclive a políticas redistributivas y demasiado permisiva con los intereses de las grandes fortunas. Desde esa perspectiva, las medidas económicas impulsadas por los gobiernos conservadores suelen favorecer la desregulación, la privatización encubierta de servicios esenciales y el debilitamiento progresivo del Estado del bienestar. Para este votante, esas políticas no solo generan desigualdad, sino que atentan contra la cohesión social y el principio de igualdad de oportunidades que debería sustentar toda democracia madura.

El giro estratégico del PP hacia posiciones más duras y su alianza con Vox han acelerado el posicionamiento de este votante moderado en el campo progresista

El giro estratégico del Partido Popular hacia posiciones más duras y su alianza con Vox en numerosos gobiernos autonómicos y municipales han acelerado el posicionamiento de este votante moderado en el campo progresista. Ya no se trata únicamente de valorar qué partido gestiona mejor la economía o es más eficaz en cuestiones de orden público. La preocupación es más profunda: la degradación del sistema democrático a manos de quienes cuestionan consensos fundamentales, como la lucha contra la violencia de género, el respeto a la diversidad o la memoria histórica.

La normalización de la extrema derecha en la política institucional y el silencio —cuando no la connivencia— del Partido Popular ante discursos y medidas regresivas ha llevado a muchos votantes centristas a entender que no votar, o hacerlo por una alternativa testimonial, puede acabar favoreciendo el retroceso de derechos fundamentales. Es esta percepción de urgencia la que explica el respaldo al PSOE como una barrera de contención frente a lo que se vive como una amenaza al modelo democrático inclusivo y solidario.

Aunque no comparten todos los planteamientos del Partido Socialista ni aprueban todos sus pactos parlamentarios —especialmente con formaciones independentistas—, estos votantes asumen que la gobernabilidad en España requiere acuerdos complejos. Desde su punto de vista, cualquier incomodidad con esas alianzas resulta menor frente a la alternativa de un gobierno que, sin disimulo, se apoya en fuerzas que cuestionan la pluralidad territorial, los avances sociales y el papel de la cultura crítica.

Este votante representa una franja decisiva del electorado español: crítica pero responsable, exigente pero pragmática. No vota con entusiasmo, pero sí con convicción

En definitiva, este votante representa una franja decisiva del electorado español: crítica pero responsable, exigente pero pragmática. No vota con entusiasmo, pero sí con convicción. Una convicción que se basa en la necesidad de proteger lo esencial: los derechos sociales, la igualdad, las libertades públicas y el respeto a la diversidad. Frente al retroceso, elige la garantía. Frente al ruido, la defensa de un modelo democrático imperfecto, pero profundamente valioso. Y esa elección, lejos de ser una renuncia, es hoy más que nunca un acto político de gran relevancia.

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