miércoles, 27 de mayo de 2015

Bajar a la realidad

Iba el segundo en la candidatura del PSOE al Ayuntamiento de Cádiz que encabezaba Carlos Díaz. La candidatura ganadora por mayoría simple fue de la UCD con 12 Concejales; el PSOE sacó 9, el PSA 4 y el PCE 2.
Por los pactos de izquierdas en toda España promovidos por el PSOE, en Cádiz el PSOE consiguió la Alcaldía y el PSA y el PCE formaron parte del gobierno municipal responsabilizándose de algunas Concejalías.
El pacto se consiguió sin demasiadas dificultades y en lo que recuerdo aceptablemente bien cohesionado y coordinado. A mí me tocó desarrollar además de algunas Concejalías no fáciles en aquellas tiempos como la de Régimen Interior y Personal y la de Policía Municipal. Los problemas y dificultades se solucionaban con diálogo desde la buena voluntad y cediendo cada parte lo que fuera menester para alcanzar el acuerdo.
Pero voy a otros asuntos: las ciudades eran un desastre y faltas por cubrir las necesidades básicas y la organización y funcionamiento de la administración una calamidad. Eran los dos asuntos básicos y prioritarios que había que atender.
Como hombres y mujeres provenientes de los movimientos sociales, vecinales y laborales había que atender a cubrir esas necesidades básicas cuya solución habíamos prometido a los vecinos. Sin embargo, pronto dimos de bruces con la dura, durísima realidad. Cada propuesta de solución que se planteaba necesariamente necesitaba generar un gasto económico. Y cuando acudíamos a la Intervención o a la Depositaría del Ayuntamiento la respuesta más frecuente era: "no hay partida consignada para ese gasto" por tanto NO se puede hacer.
La siguiente pregunta era: ¿y qué podemos hacer?
Respuesta: se ha de hacer una modificación. Además de llegar al acuerdo de qué otra partida puede ser sustraída habrá que esperar al próximo Pleno para hacerlo.
Y la gente en la puerta del Ayuntamiento o en los despachos de los Concejales urgiendo la solución que había sido prometida.
Unos, los Concejales, y otros, los vecinos íbamos dando cuenta que las soluciones prometidas no eran fáciles no ágiles. Tenían además de un ritmo pesadamente lento la dificultad de la empobrecida Administración Local a la que aún no habían llegado los procedimientos democráticos.
Doy vueltas a todo esto cuando ahora muchos años después algunos políticos hacen alegres promesas de soluciones taumatúrgicas a muchos de los problemas que los ciudadanos presentan. Recibirán un gélido baño de la cruda realidad.

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