viernes, 17 de febrero de 2012

Las pantallas, por Carlos Zola


Una de las consecuencias que tuvo la entrada en vigor de la Ley de Carreteras en 1988 fue la retirada de las vallas publicitarias en las carreteras estatales. A partir de entonces empezaron a desaparecer las que adornaban nuestras, por entonces, deficientes carreteras. De este modo, se minimizaban las posibles distracciones que pudieran tener los conductores cuando circulaban por carreteras interurbanas. Este era el espíritu de la norma. Como se sabe la única publicidad que se mantuvo fue la del «toro de Osborne» que en 1997 fue reconocido por el Tribunal Supremo (sí, el mismo que hoy es vilipendiado y negado por muchos que no aceptan sentencias contrarias a sus creencias y querencias) como «de interés estético o cultural». Un toro que ya forma parte de la España más cañí y hortera y que se ha incorporado a la enseña nacional con bastante mal gusto.
Así, llegamos a nuestra ciudad de Cádiz y nos encontramos con una serie de enormes pantallas de imágenes («soportes digitales de comunicación») destinadas, principalmente, a los vehículos (conductores y acompañantes). Estas pantallas LED varían continuamente sus mensajes publicitarios y del Ayuntamiento que obligan al conductor a prestar atención a las mismas incrementando sustancialmente el peligro en las vías, tanto para coches, motos y peatones. Especialmente peligrosa resulta la que se encuentra situada en el cruce de la Plaza de Sevilla. Hay que recordar que en los tramos urbanos se produce el 54% del total de accidentes con víctimas, según la DGT.
La alcaldesa, como otros, siempre ha confundido la información municipal con la propaganda de los logros de su Corporación. Así, lo vemos continuamente en las retransmisiones de Onda Cádiz que aún nos machacan con consecuciones del siglo pasado. Las pantallas engrandecen esta cultura propagandística municipal de la que es harto difícil evadirse.
Carlo Zola

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