lunes, 21 de noviembre de 2011


Post-20N: País de vencedores y vencidos


Partiendo de la premisa de que la ley  D'Hondt es injusta y hace que mi voto como andaluz tenga menos peso que el voto del catalán, el vasco o el canario, no puedo más que hacer un breve análisis personal de lo acontecido en las elecciones de ayer. Por supuesto, yo ni soy especialista en la materia, ni pretendo serlo, pero como historiador no dejo de analizar lo ocurrido.

En primer lugar hay un dato claro: las elecciones las gana el PP, pero no tanto porque su número de votantes haya subido como por la gran bajada del PSOE. Eso nos lleva al siguiente punto: el votante del PP es fiel, mientras el PSOE se desangra por la izquierda (IU) y por la derecha (UPyD). Para esa sangría hay dos razones principales: la política errática ante la crisis –que comenzó negando y acusando de traidores a quienes hablaban de ella- y la pérdida de carisma de Zapatero; que ha sido ninguneado y escondido en la campaña. Ese sería otro punto: la campaña del PSOE ha ido encaminada a meter el miedo con la llegada del PP, pero eso ya no es válido. El votante se ha hecho mayor de edad y no quiere que le hablen del pasado lejano, sino del futuro cercano; y no se puede hablar de futuro sacando a los dinosaurios en campaña (Felipe González, Alfonso Guerra y Manuel Chaves, junto al propio Rubalcaba). El discurso de viene la derecha y va a recortar no ha cuajado, y lugares como Castilla-la Mancha, Madrid o Galicia lo demuestran, pese a la brutal campaña de la izquierda. La sociedad española sabe que los recortes serán necesarios y pese a todo ha votado en azul con algunos resultados históricos y sorprendentes, en la propia provincia de Cádiz, el PP se ha hecho con feudos históricos de la Izquierda como Barbate o Conil. Lo que demuestra que se está harto de promesas y se quieren políticas encaminadas a salir de la crisis y, sobre todo, se recuerda que la última vez el PP llegó a crear casi 5 millones de puestos de trabajo, los mismos que se han vuelto a perder ahora.

En segundo lugar, el pueblo español ha votado contra el bipartidismo. Pese a la mayoría absoluta del PP, estamos ante el parlamento más diverso de cuantos hemos conocido, con la irrupción con fuerza de UPyD y AMAIUR, además de varios partidos minoritarios. También hay que tener en cuenta la subida de IU y CIU. Pero sobre todo UPyD, partido que se ha situado en el centro y que desea seguir creciendo para acabar siendo bisagra de los dos grandes.

En tercer lugar, los resultados han mostrado que somos un país fragmentado en vencedores y vencidos. Lacra que venimos arrastrando desde hace demasiado tiempo, llegaba a dar grima leer y escuchar ciertos comentarios que demuestran la escasa formación democrática de España. Desde el punto de los “vencidos” conlleva que no se le va a dar tregua al gobierno entrante y cabe preguntarse cuánto tardaremos en ver las primeras huelgas movidas por los sindicatos –que han estado pegados al gobierno PSOE-.

Mirando al futuro, preocupa la situación del PSOE. Para el buen desarrollo del Estado es necesario que los dos partidos mayoritarios sean solventes y el PSOE parece abocado a una vorágine de auto-destrucción. Necesita una refundación, como ya la sufrió el PP tras su conversión desde Alianza Popular. Necesita renovación de cargos y devolver a las cavernas a viejos personajes.  Representativa la soledad de Rubalcaba ayer: un animal político, quizá el mejor político de este país, más allá de que compartamos sus ideas y métodos, totalmente abandonado por los suyos. Imagen fiel de lo que es un partido a la deriva, que ha perdido el norte y el patrón; y que es el único causante de la aplastante victoria del PP

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