Nadie lo diría cuando en 1937 y por orden de Hitler se construyeron en esa zona unos barracones para el ejército alemán…
Posteriormente, al acabar la guerra, el ejército francés se apropió de la ciudad hasta que con la reunificación alemana la zona pasó a ser propiedad del ayuntamiento de Friburgo. Poco después, en los 90, un grupo de personas concienciadas con el medio ambiente se unió al ayuntamiento para crear un proyecto realmente atractivo. Contrataron a 60 arquitectos y se propusieron construir un paraíso ecologista, que fue finalmente finalizado en el año 2006.
Para entender cómo fue ésto posible tenemos que tener en cuenta la fuerza que tiene el movimiento “verde” en Alemania en general, y en Friburgo en particular: el 60 por ciento de la corporación municipal pertenece al partido de los Verdes…
En Vauban el 60 % de la electricidad proviene de paneles solares: de hecho, la energía sobrante es revendida a las compañías eléctricas. La calefacción está habilitada por una central de cogeneración que quema residuos forestales y produce escasos residuos. Todo ésto se une a la casi ausencia de coches.
Eso sí, autobuses de toda Europa acuden a Friburgo para conocer in situ un proyecto que incluso está teniendo repercusión en EEUU. Y es que el la población es muy activa. Se han puesto en marcha más de 50 talleres participativos con los vecinos y hasta 2001 se habían 40 proyectos de cooperativas de construcción.
Hablando de la construcción de las casas, hemos de tener en cuenta que la zona boscosa donde se inscribe la población fue mínimamente intervenida y reforestada posteriormente en un plan diseñado y estudiado por los vecinos.
No todo son luces. Hay voces que denuncian que no se vé a ningún pobre, emigrante o anciano por las calles de Vauban.
De hecho, el porcentaje población por debajo de los 18 años es de un 30 %, superior en mucho a la tasa de natalidad alemana, y hay muchas familias que se vinieron aquí para criar a sus hijos: no obstante, hay habitantes de Vauban que tienen la impresión de estar viviendo en una “burbuja de cristal”, un refugio de la “clase media ecologista”. Una utopía…
Y tal vez lo sea. Pero el papel de las utopías es enseñarnos el camino. Luego cada uno lo debemos adaptar a nuestra realidad…
Ojalá iniciativas mejoradas de Vauban se extiendan por todo el planeta.
Vía: En positivo
Más información: Manuel Sandoval
Página oficial (en inglés): Vauban
En El Blog Alternativo: Vauban, un barrio libre de coches
En el Blog Alternativo: Ecología
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