En esta España nuestra la partida está amañada
Es una obviedad que en la España de hoy el gobierno de coalición de Pedro Sánchez, con el apoyo de partidos nacionalistas periféricos y de izquierdas, está jugando una partida en clara desventaja, ya que cuenta con una oposición implacable desde los ámbitos políticos, mediáticos, económicos, religiosos, y de la gran mayoría de los cuerpos de la Alta Administración del Estado ( jueces, policías, militares, abogados del Estado, inspectores de trabajo, de Hacienda…), de miembros de su propio partido; así como de políticos de otros países como Netanyahu, Trump y Milei, con la pretensión de desalojarle de La Moncloa. Un inciso sobre la oposición de fuera de nuestras fronteras, esta se explica porque es un referente de políticas avanzadas y progresistas frente a la expansión del rearme y por su pronta condena del genocidio de Gaza.
Ningún gobierno desde la llegada de la democracia ha tenido una oposición tan intensa y extensa
Ningún gobierno desde la llegada de la democracia ha tenido una oposición tan intensa y extensa. Y sin que sirva de eximente, el gobierno de Pedro Sánchez ha tenido que abordar problemas complejos, que venían de atrás, como la cuestión catalana y otros sobrevenidos: hacer frente a una pandemia, la guerra de Ucrania, o la guerra arancelaria… Y por si no fuera bastante, un caso muy grave de corrupción en miembros de su propio partido y en el Ministerio de Transportes. Y a pesar de ello, el bagaje de sus gobiernos es razonablemente positivo. Hoy Cataluña ha recuperado la estabilidad constitucional. Se han ejecutado unas políticas sociales claramente socialdemócratas; la implantación de los Ertes durante la pandemia del Covid; la revalorización de las pensiones, el incremento del salario mínimo interprofesional, las ayudas al transporte, la reforma laboral, incremento de becas, etc. Y si nos fijamos en la evolución de la economía, los datos son incuestionables. El número total de personas con empleo se sitúa en 22.268.700, mientras que la tasa de paro cae hasta el 10,29%. La cifra de desempleados desciende en 236.100 en el trimestre, alcanzando los 2.553.100, el nivel más bajo registrado desde 2008. También se alcanza un récord en el número de mujeres ocupadas, con 10,39 millones, y la población activa se eleva a 24.821.800 personas. Las diferencias entre el norte y el sur de país se hacen evidentes a través de la tasa de desempleo. La media nacional está en el 10'29% pero hay siete autonomías que registran pleno empleo (por debajo del 8%): Aragón, Baleares, Cantabria, Madrid, Navarra, Euskadi y La Rioja. Todas situadas en la mitad norte del país. En el lado opuesto, Andalucía (14'85%) y Extremadura (15'48%). Obviamente persisten problemas, como el acceso a la vivienda, pobreza infantil y la desigualdad. En relación al problema habitacional se aprobó una Ley de Vivienda, que con sus limitaciones trató de paliarlo, a través de la declaración de zonas tensionadas, pero como hemos visto desde las administraciones autonómicas y municipales del PP tal ley ha sido boicoteada. Un problema de la vivienda por su gran complejidad requiere una colaboración institucional desde el Estado, las comunidades autónomas y los municipios.
A pesar de unas políticas razonablemente positivas para una parte importante de la ciudanía no han sido valoradas. Haga lo que haga, siempre será cuestionado y no se le reconocerá mérito alguno. Hay razones más que suficientes. Sobre el gobierno de Pedro Sánchez sobrevuela el Estado Profundo, que funciona al margen de los políticos elegidos por la población; que, a diferencia de ellos, es permanente y estable y determina las políticas más fundamentales del Estado, las cuales, por tanto, quedan fuera del alcance de lo que los ciudadanos pueden modificar con la participación política.
Determinadas opciones políticas, numerosos medios de comunicación, militares, policías, jueces, abogados del Estado, inspectores de Hacienda y otros altos funcionarios, grandes empresas, sectores de la iglesia católica: todo esto y más es el Estado Profundo, un entramado de personas e intereses que pueden llegar a convertir la política en una simple máscara utilitaria que los recubre y que legitima sus prácticas, por definición antidemocráticas. En el momento en que ese Estado Profundo considera que está en riesgo la unidad del Estado, la monarquía o un aumento del poder político de las naciones históricas (Cataluña y el País Vasco) o de fuerzas progresistas o republicanas, emerge de las cloacas y no tiene ningún reparo en mostrar su peor cara.
El Estado Profundo se puso en funcionamiento a toda máquina antes de la aprobación de una Ley de Amnistía, al grito “se rompe España”
Ese Estado Profundo se puso en funcionamiento a toda máquina antes de la aprobación de una Ley de Amnistía, al grito “se rompe España”: Jueces, Fiscales, Abogados del Estado; Inspectores de Hacienda y de Trabajo; Ejército y Fuerzas del Orden Público; además de altos cargos de la Administración se manifestaron en contra de la amnistía, incluso antes de su conocimiento, y se incorporaron la Asociación de Militares Españoles (AME) con un manifiesto, firmado por al menos medio centenar de altos mandos militares retirados, en el que pidieron a los miembros de las Fuerzas Armadas en activo que destituyeran al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para convocar unas nuevas elecciones generales. El texto hecho público, ocultó el nombre de los firmantes. Todos los generales de división, generales de brigada, coroneles, tenientes coroneles, comandantes y capitanes que suscribieron el manifiesto están retirados, por lo que no se les puede aplicar el régimen disciplinario de las Fuerzas Armadas. Algunos de los firmantes formaban parte del grupo de WhatsApp en el que se afirmaba que habría que “empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta”. Por si no fuera bastante el presidente de la Conferencia Episcopal ha pedido adelanto de elecciones. Y en esa actuación del Estado Profundo. cabe situar las actuaciones de los jueces que llevan el caso Begoña, la esposa de Sánchez, de su hermano, o del Fiscal General que tienen claramente un objetivo político. La actuación de los jueces Peinado y Hurtado es todo ejemplo de parcialidad e incuria en sus investigaciones.
El concepto de Estado Profundo lo explica muy bien el investigado por abuso sexual, pero un perspicaz politólogo Iñigo Errejón en una entrevista realizada a la revista Anfibia, titulada La libertad desesperada nos dice:
“La batalla política también puede darse en el terreno del Estado y sus aparatos. Ese terreno no es sólo de los ámbitos políticos de representación que se ven todos los días, sino que es el terreno del conjunto de aparatos que compone al Estado y que se sustraen al control de la soberanía popular. Aparatos a los que se accede por estudios o por conexiones familiares. Aparatos que desarrollan un espíritu de cuerpo, valga la redundancia, muy corporativo y que a veces incluso se arrogan la misión histórica de tener que salvar a los países de la propia voluntad democrática que expresan sus ciudadanos. En ese terreno hay que reconocer, en general, la mayor preparación de las fuerzas conservadoras y el descuido histórico de las fuerzas progresistas que han ido entregando cada vez más segmentos y parcelas del Estado a quienes quieren trabajar para que las cosas no cambien”.
En esa batalla del Estado Profundo unas breves notas sobre el ámbito mediático. En este último la izquierda está en inferioridad clara con respecto a la derecha. Atresmedia, Mediaset, Abc, La Razón, El Mundo, El País en el último viraje, se inclinan claramente hacia la derecha. Los medios llamémosles de izquierdas son escasos. La derecha tiene a su disposición a todos los intelectuales orgánicos del capital financiero, de las asociaciones empresariales, de las instituciones multilaterales, de los think tanks y de los grupos de presión, que le proporcionan a diario datos e interpretaciones que no son siempre faltos de rigor y siempre interpretan la realidad llevando el agua a su molino. Por el contrario, las izquierdas no disponen de instrumentos de reflexión tan importantes y accesibles. Hoy en día, circula por el mundo una ola de informaciones y análisis que podrían tener una importancia decisiva para repensar y refundar las izquierdas tras el doble colapso de la socialdemocracia y el socialismo real. El desequilibrio entre las izquierdas y la derecha en relación con el conocimiento estratégico del mundo es hoy mayor que nunca. Unos breves comentarios sobre los medios. ¿Desde la izquierda se es consciente de la trascendencia en televisión todos los días de Susana Griso, Ana Rosa Quintana, García-Ferreras, Vicente Vallés a la hora de forjar un determinado imaginario social, es decir, una ideología? Me temo que no. Con amigos comento esta cuestión y me responden que ellos nunca ven estos programas. Y les contestó que ese no es el problema: que tú no los veas. El problema auténtico es que los ven millones de españoles. De hecho, el informativo de la noche de Antena3 de Vicente Vallés es el más visto. Y recomiendo verlo, porque es todo un ejemplo de parcialidad informativa, que insulta a la inteligencia.
Ese Estado Profundo ha convertido a Pedro Sánchez en un personaje odiado como ningún otro en nuestra democracia. Resulta difícil de entender el gran éxito de la campaña de odio contra Sánchez por parte del PP y sus medios afines. Han conseguido que una parte muy importante de la sociedad le odie, y es imposible saber las razones. Lo he visto en personas que curiosamente han sido beneficiadas por sus políticas, como algunos jubilados y algunos trabajadores. No hay respuesta razonada, sino una avalancha de insultos y descalificaciones. Incluso personas que parecen moderadas tienen esta actitud. Felicitaría a los promotores si no fuera por las consecuencias tan negativas que ha originado en términos de crispación y división de la sociedad. Se ha acuñado el término de sanchismo que refleja un odio visceral a Sánchez y a sus votantes. El actual rechazo al presidente del gobierno está teñido de «la cólera del español sentado» que bautizó Lope de Vega. No olvidemos el odio a Zapatero. Quizá esté motivado porque algunos no soportan que otros ejerzan el poder, cual si fuera su patrimonio.
El Estado Profundo ha convertido a Pedro Sánchez en un personaje odiado como ningún otro en nuestra democracia
El periodista Antonio Ruiz Valdivia ha enumerado los insultos que Pablo Casado, Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso han dirigido al presidente del gobierno, electo en la urnas, nombrado por el parlamento y en posesión de toda la legitimidad democrática exigible: Presidente "ilegítimo”, “que te vote Txapote”, “Falcon y residencias de verano”, “el palacio de Sánchez”, “chovinista del poder”, “traidor”, “felón”, “okupa de La Moncloa”, “incapaz”, “rehén”, “mediocre”, “incompetente”, “chantajeado”, “escarnio para España”, “mentiroso”, “tirano de cómic”, “charlatán”, “actor profesional”, “déspota”, “caudillista”, “ególatra”, “adanista”, “sectario”, “hooligan”. Habría que añadir los insultos proferidos contra Sánchez por emboscados en las redes, en las calles y en las barras de los bares. Cabe añadir “me gusta la fruta” y el moderado Feijóo acusó a Sánchez de “participante a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución". Y esta retahíla constante de insultos al final cala en la sociedad.
Cuento una anécdota que contemplé en primera persona. Estaba en una panadería y a un señor de unos 60 años, edad en la que se supone cierto grado de equilibrio y mesura, bastante bien vestido y trajeado, la dependienta le preguntó con una sonrisa: ¿cómo le va don Antonio? Y contestó: “como quiere que me vaya, mal”. Insistió la dependienta: ¿por qué? Replicó el señor trajeado con una cara profundamente molesta: muy mal, con el gobierno del hijo puta de Pedro Sánchez. Nos quedamos todos sorprendidos, en un primer momento hice intención de intervenir, pero finalmente desistí para evitarme problemas. Pero esa respuesta es bastante común en la sociedad española.
Ante estos ataques brutales e insultos truculentos, ¿qué debe hacer el gobierno de Sánchez? Me parecen muy oportunas las palabras de Luis María González en el artículo de este medio Coraje ante la amenaza de involución."No faltan en las tertulias de radio y televisión y en las tribunas de los diarios voces progresistas que aconsejan a las izquierdas una conducta bíblica: si te difaman no respondas; si el adversario se corrompe sé prudente. Podría parecer una idea sugerente. Yo, sin embargo, en el actual tiempo político, la considero altamente inconveniente. Esto es ya de mi cosecha. “Jesucristo dijo que deberíamos ser hermanos, pero no primos”.
Entiendo que hay que responder, aunque quizás es la pretensión del PP. Como muy bien dice Quim González Muntadas en este mismo medio en el artículo ¿Vamos-vas-a regalarles esa victoria? El Partido Popular: no juega con alternativas políticas, juega a la destrucción de Pedro Sánchez, “su enemigo”. Para eso no hace falta proponer ni contrastar. La estrategia es clara: provocar, polarizar, insultar, deslegitimar. Todo con un propósito: que te hartes. Que exclames “son todos iguales”. Que te decepciones. Que des por imposible cualquier intento de transformación política. Que pienses que votar no sirve para nada, cuando precisamente es lo que más temen que hagas. El artículo de Quim se encabeza con unas palabras magistrales todo un ejemplo de estrategia política. Son para enmarcarlas y reflexionarlas en profundidad por la gente progresista. La derecha es muy lista y sabe lo que se lleva entre manos. Ahí van: Hace años en una entrevista al Financial Times, Gabriel Elorriaga -entonces secretario de comunicación del Partido Popular-, reveló sin pudor lo que muchos intuíamos: “Toda nuestra estrategia está centrada en desalentar a los votantes de izquierdas. Sabemos que ellos nunca nos votarán. Pero si podemos sembrar suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y las cuestiones nacionalistas, entonces quizás se queden en casa”.
Es una información tomada de https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/espana-nuestra-partida-amanada/20250727184953240886.html?utm_medium=email&utm_source=Newsletter&utm_campaign=20250727
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