EL pasado domingo, en la plaza Asdrúbal de Cádiz, Andre Suew, de 33 años, murió solo. Manifestamos y pedimos que la calle deje de ser la vivienda de cualquier persona y para que, nunca más, nadie muera en ella solo.
En nuestro país, la Constitución reconoce, entre otros, el derecho de todos los ciudadanos a tener una vivienda digna y adecuada, a la protección social, económica y jurídica y a la salud.
Sin embargo, a día de hoy, muchas personas, unas 30.000 en España, no pueden ejercer estos derechos. No tienen acceso a una vivienda digna teniendo que depender de centros de acogida y de otros recursos para poder dormir, alimentarse, asearse, vestirse... Al final de esta cadena están las personas que viven y duermen en la calle, aquellas que más allá de no tener un hogar, no tienen ni siquiera un techo en el que resguardarse. Es más, por no tener un lugar donde vivir, muchos mueren en la calle.
Hoy, las organizaciones e instituciones que firmamos este manifiesto, denunciamos la situación de vulnerabilidad de quienes no tienen un espacio donde estar. Aquellos que no tienen ni un techo, ni un hogar. Aquellos que no pertenecen a la comunidad. A todos los que no tienen ni derechos ni obligaciones como ciudadanos.
Queremos llamar la atención sobre la precariedad en la red de alojamientos, la escasez de plazas en los centros existentes, la falta de espacios de intimidad o estancias de poco tiempo. En la actualidad, la red es insuficiente, está mal dotada y cubre, mayoritariamente, aspectos mínimos de subsistencia sin contemplar otras necesidades.
Queremos dejar constancia de la falta de relación de la sociedad con las personas sin hogar. Existen muy pocos espacios de encuentro con ciudadanos integrados donde desarrollar relaciones sociales y construir lazos y vínculos. Para muchos, las personas sin hogar, son invisibles.
Frente a esta realidad, queremos pedir de forma clara y urgente a las administraciones públicas, políticas más decididas y eficaces de inclusión social, asegurando una mayor protección social y asumiendo sus propias responsabilidades.
A la sociedad civil que propicie el cambio hacia un modelo social, cuyo centro sea la persona y que favorezca la inclusión de todos, prestando una especial atención a los jóvenes y a los colectivos más vulnerables.
A los medios de comunicación que hagan visible lo invisible, que traten con dignidad y sensibilidad las historias de las personas sin hogar.
A los organismos e instituciones que trabajan con personas sin hogar que hagan una apuesta seria y responsable por la coordinación y colaboración, superando sus diferencias.
A nosotros mismos que cambiemos la forma de mirar a nuestro alrededor para descubrir que las personas sin hogar no son problemas, sino personas con dificultades, pero sobre todo, con muchas posibilidades.
El año 2010, que ya acaba, ha sido el año europeo de lucha contra la pobreza y la exclusión social y, en los próximos años, se pretende luchar para que nadie duerma en la calle. Estamos convencidos que, para que este objetivo se cumpla, debemos seguir trabajando con las personas sin hogar y mantener viva la llama de la denuncia ante aquellos que tienen el deber de hacerlo realidad.
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