(Publicado en el blog Lo pienso lo escribo)
Defender lo indefendible
En este país existe un colectivo formado por algo más de dos mil trabajadores que cobra al año, solo de sueldo base, casi veinte veces más de lo que cobra la media del proletariado español. Según su convenio trabajan unas 1.200 horas anuales y pueden jubilarse a los cincuenta y tantos asegurándose el 100% de su salario. Estamos hablando de un colectivo que reivindica, entre otras cosas, que las bajas o el tiempo dedicado a cuestiones no relacionadas con su labor sean computadas como horas de trabajo, de un colectivo que no sufría estrés ni ansiedad realizando voluntariamente hasta 600 horas adicionales al año porque con ello multiplicaban hasta por cuatro sus ingresos. Estos señores, que se consideran esclavizados por trabajar ocho horas diarias y ver aumentadas a 1.700 horas anuales su jornada laboral, plantaron cara al ejecutivo para mantener sus “privilegios”, pero no lo hicieron ejerciendo el derecho de huelga, porque eso implicaría unos euros menos a final de mes y el costo de oportunidad a esta gente no le suena de nada. Reivindican poniéndose enfermos a la vez, abandonando irresponsablemente su puesto de trabajo y retirándose a un hotel, que no a sus casas, para apoyarse mutuamente. Se han recuperado en menos de 24 horas de ese malestar físico masivo que les entró repentinamente a todos. Nunca se habrá visto una baja médica tan corta como la de estos individuos que, desde su curiosa manera de defender lo que consideran derechos, incluso podrían haber defraudado a la seguridad social.
Los defensores de esta casta de privilegiados, de estos aristócratas del trabajo, utilizan las palabras “coraje y valentía” para calificar la actitud de quienes han echado un pulso a este terrible y dictatorial gobierno que les ha parado los pies en lugar de ceder a sus chantajes a golpe de talonario. Coraje y valentía para cerrar el espacio aéreo español, secuestrar en los aeropuertos a cientos de miles de ciudadanos que han visto desaparecer su dinero por el desagüe de la avaricia de estos señores, generar unas pérdidas de más de 80 millones de euros diarios a las compañías aéreas y de 250 millones al sector turístico, o pisotear la imagen internacional de España por medio mundo. Pero oiga, hay que entender, apoyar y solidarizarse con esta gente porque han tenido los cojones de enfrentarse al gobierno de la Nación, porque son trabajadores y porque lo que ellos consigan creará una especie de precedente (¿para quién?) que la clase obrera podrá gritar a los cuatro vientos como una victoria sobre quien nos trata como a esclavos. Cuántos de los que sí conocieron y sufrieron la esclavitud se indignarían con semejante comparación. Cuántos de esos cuatro millones de parados que existen en este país estarían dispuestos a ocupar una de esas 2.400 plazas a cambio de más del doble de lo que se lleva el Presidente del gobierno a su bolsillo. Lo siento, pero esto de solidarizarse con unos trabajadores, por el simple hecho de serlo, no va conmigo. La defensa de lo indefendible se la dejo a otros.
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