¿Nadie va a hacer nada por Gaza? El día en que Europa anunció los primeros gestos serios de presión a Israel
La amenaza de Reino Unido, Canadá y Francia de sancionar a Israel por sus ataques y el anuncio de la UE de que revisará el Acuerdo de Asociación con Tel Aviv cambia ligeramente la dinámica de inacción internacional, 53.000 muertos después.
¿Es que nadie va a hacer nada para parar la guerra de Gaza? Es una pregunta recurrente desde que Israel inició su ofensiva contra la franja palestina, tras los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023. Pasaron días, semanas, meses, y fue quedando claro que si los ataques islamistas no habían tenido parangón en la historia israelí (1.200 muertos, 250 secuestrados), tampoco iba a a haber hemeroteca en la que encontrar una operación militar de réplica tan sangrienta contra los palestinos. Aún así, era inimaginable llegar a los 53.000 asesinados de hoy. Y ahí están, sin contar los que yacen entre los escombros.
Los bombardeos, con sus muertos, sus mutilados, sus desplazados, sus cooperantes atacados, sus hospitales y escuelas destrozados, su hambre por el bloqueo de la ayuda humanitaria, no sólo siguen sino que se han redoblado en las dos últimas semanas y este lunes el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyuahu, confirmó que sus soldados tomarán el control de toda Gaza. Viene "un ataque sin precedentes", mientras que Hamás sigue vivo, los rehenes no han regresado a casa y se profundizan las violaciones de derechos humanos, de los ataques a civiles al desplazamiento forzoso de población.
Ante este recrudecimiento de los ataques, hoy, por primera vez, el inmovilismo occidental se ha alterado con los primeros gestos serios de presión a Israel en 17 meses largos de contienda. Han venido de potencias mundiales y de la Unión Europea (UE). El llamado Sur Global ya había dado pasos así, pero sin eco mediático. Ahora actúan los que siempre se han negado. A esta hora, no han arrancado un armisticio, obvio, pero sí han causado un terremoto diplomático y preocupación en el Gobierno ultraderechista de Benjamin Netanyahu. La coerción puede cambiar las cosas, que es lo que llevan pidiendo todos estos meses organismos de derechos humanos, ONG, partidos de izquierda y hasta la ONU.
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