Estamos metidos en una crisis económica y social de una magnitud sin precedentes.
La manifestación más clara y más trágica de la crisis es, sin duda, la existencia de cerca de cinco millones y medio de parados. La cifra es escalofriante: representa a un número enorme de familias (por encima del millón) sin recursos económicos de ningún tipo y una cifra gigantesca de proyectos de vida demorados o rotos. Los observadores más optimistas dicen que la crisis, imprevisible en su desarrollo, va a prolongarse todavía durante varios años; dicen también que la recuperación de la normalidad productiva se hará con el mantenimiento de un índice de paro estructural mucho más alto que el que precedió a la crisis. El paro, según advierten los economistas fieles al sistema, será un acompañante permanente de la situación post crisis, una espada de Damocles enarbolada para abatir, uno a uno, los derechos ganados por los trabajadores en muchas décadas de lucha social.
La economía española basada fundamentalmente en la recalificación de la tierra, en la especulación inmobiliaria y en la rentabilización del suelo y del “ladrillo” está en quiebra. El “monocultivo” del ladrillo ha arrasado con el sistema productivo desindustrializando al país y haciéndolo muy dependiente del exterior. El establecimiento de un nuevo modelo de producción social más equilibrado, menos sensible a las crisis, que asegure al menos la soberanía alimentaria de la población y su supervivencia frente a un posible agravamiento de la situación económica, es en estos momentos una quimera que está mucho más allá de las posibilidades y de las intenciones del gobierno y de cualquiera de sus alternativas parlamentarias. La crisis económica se manifiesta acompañada de una estructura de corrupción que define también al sistema económico e institucional, y de una crisis política que obliga a plantearse la necesidad de una reforma radical de todo el sistema de poder.
El carácter mundial y sistémico de la crisis -una Gran Recesión Globalizada es lo que tenemos encima-; invita a una reflexión compartida por todos los trabajadores y trabajadoras que tiene que empezar por el cuestionamiento mismo del sistema económico que nos ha llevado a la terrible situación que padecemos. El capitalismo no sólo se basa en la explotación de los trabajadores y en la extracción de plusvalía, en la entronización de esa explotación bajo la exigencia de “competitividad”, sino también en una estructura desigualitaria terriblemente injusta, y en una explotación de la naturaleza que nos conducirá inevitablemente al desastre.
La crisis demanda también una respuesta común que tiene que empezar por la exigencia de responsabilidades a los que favorecieron y se lucraron con la implantación y el crecimiento de un sistema económico terriblemente desigualitario e insostenible. Una de las manifestaciones más obscenas de la enorme corrupción de nuestro sistema político y de su carácter fuertemente oligárquico, en nada popular ni democrático, es que durante los más de dos años que han transcurrido de crisis abierta, los responsables de la misma están gestionando la “recuperación económica”.
Los hechos dicen mucho más que las palabras.
Las primeras medidas “anti crisis” del gobierno consistieron en costosísimos “rescates” del sistema bancario, de la industria del automóvil, y del sector de la construcción.
La consecuencia inmediata de estos planes de rescate fue el agravamiento del déficit presupuestario y el crecimiento de la deuda externa hasta límites insoportables. La reacción del gobierno ha sido la de lanzar un Plan de Estabilización (congelación de salarios, reducción de la oferta de empleo público, reducción de la inversión pública y los gastos sociales, y aumento del IVA) y la adopción de medidas legislativas que van a recortar –una vez más- los derechos de los trabajadores. El Plan no está sujeto a término: durará lo que sea necesario para el ajuste presupuestario y la reducción de la deuda hasta límites financiables.
El aumento de la edad de jubilación, el aumento del período de cómputo para calcular las pensiones, el aumento del período necesario para consolidar las mismas, han sido las “ideas” puestas en circulación que anuncian que los trabajadores y trabajadoras no sólo sufrirán la crisis por el aumento del paro. La reducción y la privatización de las pensiones son medidas que aparecen en el horizonte económico del Gobierno.
Ahora el Gobierno está a punto de dar varios pasos más con la complicidad de los sindicatos mayoritarios.
El primero de ellos es la modificación del sistema de contratos laborales para “abaratar el despido”. La patronal “ha lanzado al debate” su idea sobre el “contrato perfecto”: un contrato laboral para los trabajadores/as de menos de 30 años con duración temporal de seis meses a un año, sin derecho al desempleo, sin indemnización por despido, y sin cotización empresarial a la Seguridad Social.
El segundo es abrir el camino a los contratos individuales trabajador-empresa que liquide la negociación colectiva. El tercero es reducir las cotizaciones de los empresarios a la seguridad social.
El conjunto de medidas es devastador y exige una respuesta social progresivamente consciente y unitaria.
En todas las ciudades de la geografía española están surgiendo plataformas que intentan analizar las causas de la crisis y las medidas de defensa de los trabajadores. El movimiento tiende a la concentración de esfuerzos de todos los colectivos sociales sea cual sea su campo de actividad. La crisis no sólo va a afectar al empleo, a los salarios y a los derechos laborales, sino también a las posibilidades de obtener una vivienda digna, al aumento de la discriminación de la mujer, a la reducción de las prestaciones sociales básicas, e incluso a la garantía de que toda la población tenga acceso a una dieta alimenticia suficiente.
La Plataforma contra el paro de Cádiz hace una llamada general a todos los colectivos empeñados en la lucha por los derechos de los más débiles, para que se incorporen a un esfuerzo unitario de movilización, concienciación y ejercicio de democracia directa, que exija responsabilidades a los responsables de la crisis, busque soluciones populares a la misma, y trate de imponerlas a los poderes públicos.
Más información en
http://bahiadecadizcontralacrisis.wordpress.com/manifiesto-convocante-de-la-plataforma/
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