Señor presidente de un país que se define como aconfesional (ja, ja). Ya que la calle es de todo dios, salvo de los ateos, recurro a esta carta para reivindicar públicamente mis derechos. Su delegada del Gobierno en Madrid ha decidido prohibir la manifestación atea convocada para hoy (“jueves santo”, según el calendario laboral “aconfesional”). Entre las melindrosas razones esgrimidas por su Gobierno para cercenar este derecho constitucional destacan “la necesaria protección de la imagen turística de Madrid” o que “la manifestación discurre por una zona donde se encuentran múltiples parroquias”. Con estos dos argumentos en la mano, parece que la única manera de poder manifestarse contra los privilegios católicos pasa por escoger un lugar de nulo interés turístico y sin iglesias cerca: tal vez la urbanización del Pocero en Seseña, que si se hace por el campo alguien diría que es una romería y volverían a acusar a los convocantes de “genocidio” o de “blasfemia”.
Señor Rodríguez Zapatero, ¿por qué nuestra democracia no hace valer la letra firmada con la teocracia vaticana? Le recuerdo el punto 5 del artículo 2 del acuerdo económico del preconstitucional Concordato: “La Iglesia católica declara su propósito de lograr por sí misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades”. Han pasado 32 años desde que la Iglesia prometió autofinanciarse, y el Estado aún entrega a los obispos cada año más de 6.000 millones de euros del dinero de todos. Apenas un 5% de este enorme presupuesto sale de la “encuesta” del IRPF, una casilla que sólo marca un tercio de los contribuyentes españoles. Señor presidente, ¿a qué espera para anular un Concordato que sólo cumple España y no Roma?
Escrita por Ignacio Escolar y publicada en su blog
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