1.
Nuestro conocimiento objetivo conjetural continúa superando con diferencia lo que
el individuo puede abarcar. Por consiguiente, no hay autoridades.
2.
Es imposible evitar todos los errores, e incluso todos aquellos que, en sí mismos,
son evitables. Todos los científicos cometen equivocaciones continuamente.
Hay
que revisar la antigua idea de que se pueden evitar
los
errores y que, por lo tanto, existe la obligación de evitarlos: la idea en sí encierra
un error.
3.
Por supuesto, sigue siendo nuestro deber hacer todo lo posible para evitar
errores. Pero, precisamente para evitarlos debemos ser conscientes, sobre todo,
de la dificultad que esto encierra.
4
Los errores pueden existir ocultos al conocimiento de todos, incluso en nuestras
teorías mejor comprobadas; así, la tarea específica del científico es buscar
tales errores.
5.
Por lo tanto, tenemos que cambiar nuestra actitud hacia nuestros errores. Es
aquí donde hay que empezar nuestra reforma práctica de la ética.
Porque
la actitud de la antigua ética profesional nos obliga a tapar nuestros errores,
a mantenerlos secretos y a olvidarnos de ellos tan pronto como sea posible.
6.
El nuevo principio básico es que para evitar equivocarnos debemos aprender de
nuestros propios errores.
Intentar
ocultar la existencia de errores es el pecado más grande que existe.
7.
Tenemos que estar continuamente al acecho para detectar errores, especialmente
los propios, con la esperanza de ser los primeros en hacerlo.
8.
Es parte de nuestra tarea el tener una actitud autocrítica, franca y honesta hacia
nosotros mismos.
9.
Puesto que debemos aprender de nuestros errores, asimismo debemos aprender a
aceptarlos, incluso con gratitud, cuando nos los señalan los demás.
10.
Tenemos que tener claro en nuestra mente que necesitamos a los demás para descubrir
y corregir nuestros errores y, sobre todo, necesitamos a gente que se haya
educado con diferentes ideas, en un mundo cultural distinto. Así se consigue la
tolerancia.
11.
Debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica, pero que la crítica de
los demás es una necesidad. Tiene casi la misma importancia que la autocrítica.
12.
La crítica racional y no personal (u objetiva) debería ser siempre específica:
hay que alegar razones específicas cuando una afirmación específica o una hipótesis
o un argumento específicos nos parece falso o no válido. Hay que guiarse por la
idea de acercamiento a la verdad objetiva. En este sentido, la crítica tiene
que ser impersonal; pero debería ser a la vez benévola.
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