Y probablemente todo el PSOE.
“Situaciones discordantes”, es la expresión que utilizó el consejero andaluz de Empleo, Manuel Recio, para elevar a 70 los presuntos fraudes detectados en los ERE y prejubilaciones andaluzas. El 4,4% de las 1.539 personas de 35 empresas hasta ahora revisadas, alega Recio. Setenta andaluces que cobraron indebidamente cantidades importantes y que ni siquiera pertenecían a las empresas que presentaron los expedientes de regulación de empleo.
Y 13 Ayuntamientos recibieron 3,3 millones de euros del fondo de ayuda para empresas en crisis.
Produce náuseas. ¿Esas personas no tenían para comer, como en general fue el caso de los PER o prestaciones por desempleo? ¿O fue un momio vital que lograron por amistad, favoritismos, concuñados y demás causas espurias?
Los jefes del PSOE, tanto autonómicos como centrales, defienden que la responsabilidad empieza y termina en el en ese tiempo Director General de Trabajo, Javier Guerrero, sin contaminación hacia arriba, no alcanzando a ningún consejero. Y la culpa in vigilando y la culpa in eligendo, ¿no existen? Suponiendo que nadie supiese nada de nada.
Es una eterna cuestión. Nadie tiene el pundonor político de salir a la plena luz de la opinión ciudadana, desnudando los hechos con precisión y, sí, crueldad, por mucho que hayan pasado los hechos al juzgado. Con esa explicación no habría por qué quebrantar norma judicial alguna. Solo así podrían existir posibilidades de que el PSOE andaluz, y tal vez todo el PSOE, no queden sepultados bajo la losa de la ignominia.
Lo único que resulta inexplicable es por qué este asunto andaluz parece que va a tener una fortísima incidencia electoral, y por el contrario otros asuntos de igual o mayor gravedad (sí, estoy pensando en Gürtel y demás) no van a tener ninguna.
(Publicado en Público)
Comentario personal: no es ningún plato de gusto traer aquí esta opinión con la que en líneas generales coincido. Estamos pagando todos los socialistas y el Partido por algunos que se creyeron que tanto la Organización socialista como la Administración Pública era su cortijo particular y de sus amiguetes.
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