Es el resultado de las elecciones municipales en la ciudad de Cádiz.
Traigo aquí dos opiniones que hoy aparecen en el periódico local.
La primera es la de Carlos Díaz con el que compartí candidatura en el segundo lugar de la lista socialista y para que fuera elegido Alcalde de la ciudad "negocié" y "gestioné" como portavoz y coordinador del Grupo Municipal Socialista el "pacto de izquierdas"
Dice Carlos Diaz:
"Es cierto que los resultados del pasado domingo han dejado un panorama muy complicado, con numerosas combinaciones posibles en cuanto a acuerdos o pactos. A mí me recuerda lo vivido en las elecciones municipales de 1979, donde cerramos un pacto de izquierdas (PSOE, PCE y PSA) que dio un buen resultado para la ciudad (y para el PSOE, ya que en las elecciones siguientes, logró la mayoría absoluta). La situación de ahora guarda una cierta similitud".
Considera Carlos Díaz que otra alternativa, como un acuerdo del PSOE con el PP para mantener a esta fuerza al frente de la Alcaldía, "tendría sus costes, y el PSOE ya ha pagado bastante en la ciudad. No sé si apoyar a Podemos tendrá un alto coste, pero creo que apoyar al PP sí sería pagar un precio mayor".
La otra opinión es la de mi buen amigo desde hace muchos años Ramón Vargas-Machcua cuyos escritos y opiniones siempre leo y tomo con gran seridad por su alura intelectual y experiencia política.
Ramón Vargas Machuca hace un análisis de la situación que va más allá. Durante años, uno de los principales teóricos del PSOE, optó por dejar la política activa en 1993, aunque la sigue de forma muy directa como analista político.
Su planteamiento tiene una premisa muy clara por lo que respecta a la actitud del PSOE: los pactos deben ser fruto de una política coordinada por la ejecutiva federal en consonancia con la regional. Es decir, nada de barra libre en cada ciudad.
A partir de ahí, aporta una segunda premisa que toma directamente de las raíces históricas del PSOE. "Desde que se restauró la democracia, el PSOE en España ha sido el partido de la centralidad; y por eso ha sido un partido relevante y de referencia. Si quiere seguir siendo un partido central debe marcar el terreno, es decir, determinar el alcance y límites de la negociación. Debe tener claro para qué pacta o si sólo lo hace por una cuota de poder. Y eso condiciona con quién debe pactar, qué y el cómo.
Y en este debate entra si hay fuerzas que deben quedar fuera de esta hipotética negociación. Lo tiene muy claro Vargas Machuca: caben todos los que estén dispuestos a respetar la democracia constitucional. "Este es el horizonte que no se puede rebasar de la negociación porque es el mejor modelo disponible que mejores rendimientos ha producido en paz civil y justicia social. El modelo (criticado, por ejemplo, por fuerzas como la de Podemos), no es responsable de los hirientes incumplimientos reiterados de sus gestores".
Este sentido, ve viable pactos con quienes dentro de este marco "promuevan medidas de regeneración, medidas que demuestren sensibilidad social pero que estén disponibles porque son viables y dependen de los gestores municipales; y no brindis al sol".
Ramón Vargas advierte, en todo caso, sobre los problemas que determinados pactos políticos han provocado en el propio PSOE. "Exceptuando los de las municipales de 1979, al PSOE no le han ido bien los pactos en general. Entonces era un partido en ascenso y que sabía muy bien lo que quería: ser el partido de referencia de la izquierda y que tenía una buena baza para ello, pues su reformismo socialdemócrata era más creíble que el del PCE. Mientras, el ejemplo de los pactos con los nacionalistas ha sido espantoso, al pretender emular a estos en su terreno. Si uno trata de parecer más nacionalista que los propios nacionalistas o más radical que los radicales, entonces está dando motivos a la gente para preferir el original a la copia".
Habla Vargas Machuca de las dos opciones de gobierno: "El PP es el adversario político, con el que se disputa el gobierno, y con el que se puede concertar políticas de Estado; Podemos compite con el PSOE en tanto pretende arrebatarle la supremacía de la izquierda. Una izquierda, la de Podemos, "muy distante a la que ha representando el PSOE en España pero con la que hoy por hoy se puede compartir cierta sensibilidad social y concertar ciertas políticas sociales que alivien o remedien las injusticias sociales más hirientes. Y aunque su capacidad como partido de gobierno no sea fiable, sí son más creíbles su conciencia social e indignación ante las injusticias".
Su planteamiento tiene una premisa muy clara por lo que respecta a la actitud del PSOE: los pactos deben ser fruto de una política coordinada por la ejecutiva federal en consonancia con la regional. Es decir, nada de barra libre en cada ciudad.
A partir de ahí, aporta una segunda premisa que toma directamente de las raíces históricas del PSOE. "Desde que se restauró la democracia, el PSOE en España ha sido el partido de la centralidad; y por eso ha sido un partido relevante y de referencia. Si quiere seguir siendo un partido central debe marcar el terreno, es decir, determinar el alcance y límites de la negociación. Debe tener claro para qué pacta o si sólo lo hace por una cuota de poder. Y eso condiciona con quién debe pactar, qué y el cómo.
Y en este debate entra si hay fuerzas que deben quedar fuera de esta hipotética negociación. Lo tiene muy claro Vargas Machuca: caben todos los que estén dispuestos a respetar la democracia constitucional. "Este es el horizonte que no se puede rebasar de la negociación porque es el mejor modelo disponible que mejores rendimientos ha producido en paz civil y justicia social. El modelo (criticado, por ejemplo, por fuerzas como la de Podemos), no es responsable de los hirientes incumplimientos reiterados de sus gestores".
Este sentido, ve viable pactos con quienes dentro de este marco "promuevan medidas de regeneración, medidas que demuestren sensibilidad social pero que estén disponibles porque son viables y dependen de los gestores municipales; y no brindis al sol".
Ramón Vargas advierte, en todo caso, sobre los problemas que determinados pactos políticos han provocado en el propio PSOE. "Exceptuando los de las municipales de 1979, al PSOE no le han ido bien los pactos en general. Entonces era un partido en ascenso y que sabía muy bien lo que quería: ser el partido de referencia de la izquierda y que tenía una buena baza para ello, pues su reformismo socialdemócrata era más creíble que el del PCE. Mientras, el ejemplo de los pactos con los nacionalistas ha sido espantoso, al pretender emular a estos en su terreno. Si uno trata de parecer más nacionalista que los propios nacionalistas o más radical que los radicales, entonces está dando motivos a la gente para preferir el original a la copia".
Habla Vargas Machuca de las dos opciones de gobierno: "El PP es el adversario político, con el que se disputa el gobierno, y con el que se puede concertar políticas de Estado; Podemos compite con el PSOE en tanto pretende arrebatarle la supremacía de la izquierda. Una izquierda, la de Podemos, "muy distante a la que ha representando el PSOE en España pero con la que hoy por hoy se puede compartir cierta sensibilidad social y concertar ciertas políticas sociales que alivien o remedien las injusticias sociales más hirientes. Y aunque su capacidad como partido de gobierno no sea fiable, sí son más creíbles su conciencia social e indignación ante las injusticias".
Ni una palabra más.
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