La metrópoli sureña del siglo XXI se llama
Bahía de Cádiz
El estudio de un equipo de arquitectos
reclama la unidad de Cádiz, San Fernando, Puerto Real, El Puerto de Santa María
y Chiclana en una única ciudad
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Reza la copla que cuando se entra en Cádiz, por
la Bahía, se entra en el paraíso de la alegría. Un paraíso que, según un grupo
de arquitectos, sería una ciudad por sí misma, en la que tanto Cádiz como El
Puerto de Santa María, Puerto Real, San Fernando e, incluso, Chiclana quedarían
integrados como un espacio único. La propuesta no se basa en un programa
idealizado, sino en el estudio pormenorizado sobre la realidad física y social
que configura la Bahía de Cádiz que han llevado a cabo un conjunto de
arquitectos encabezados por José Ballesteros.
«Lo primero que llama la atención es la cantidad de vínculos afectivos que existen dentro de la población de la Bahía. ¿Quién no conoce el caso de un isleño que trabaja en Cádiz, veranea en Chiclana y sale de copas por El Puerto?», ejemplificaba Ballesteros, que repetía, como uno de los núcleos de su exposición, que es la «capacidad de los ciudadanos de pensar de forma similar la que hace una ciudad». Además, este estudio se aventura en afirmar que la ciudad única llegará tarde o temprano por la presión demográfica que registra la zona, «y hay que estar prevenido para que se produzca de una manera ordenada».
El estudio de estos arquitectos pone de manifiesto que los ejemplos de otras localidades, principalmente de la Costa del Sol, reflejan cómo las localidades en expansión terminan por compartir actividades económicas, espacios públicos y lugares de ocio. En el caso de la Bahía de Cádiz, los lugares de ocio estarían enclavados en El Puerto de Santa María y en Chiclana, donde, según se relata, se cerraría esta ciudad. El principal problema con el que se toparía este futuro núcleo urbano es la falta de actividades económicas que puedan dar trabajo a toda la población. De hecho, señala de una manera bien clara que «el área debe desentenderse de recursos agotados e industrias obsoletas y renovar su tejido y sus intenciones si quiere sobrevivir competitivamente en el entorno que le ha tocado vivir. El ejército o los astilleros no son fuentes capaces de desarrollar esta zona».
Un gigantesco parque
El estudio de este grupo de arquitectos propone una interesante reflexión sobre lo que ahora se consideran las grandes barreras entre las localidades de la Bahía: el mar, los pinares y las marismas. Según el trabajo que han publicado, estos espacios se configurarían como grandes parques urbanos integrados dentro de la futura megalópolis. Es más, proponen su uso como grandes zonas de ocio y recuperar su disfrute para los ciudadanos.
En este sentido, se afirma que lo único que evita actualmente esa conciencia total de ciudad, «a pesar de los enlaces visuales, temporales y del recuerdo provocados por el continuo desplazamiento», es la falta de continuidad física de los núcleos urbanos. Sin embargo, oponen que cualquier habitante de una ciudad como San Francisco -donde se produjo en el siglo pasado el mismo proceso de integración de municipios- «recorre por término medio muchos más kilómetros para ir a trabajar que alguien de la Bahía».
El estudio aporta otra serie de claves para apostar para esta unión, como la simultaneidad de los ruidos, «Cádiz tendrá un paisaje de gaviotas, mientras que Chiclana se despertará con las cornetas de San Fernando» o la de los paisajes marinos. El estudio, lejos de ser amable, lanza una seria advertencia a los políticos y a los urbanistas: «La Bahía de Cádiz será en el futuro una ciudad, más vale tener un modelo urbano preparado».
«Lo primero que llama la atención es la cantidad de vínculos afectivos que existen dentro de la población de la Bahía. ¿Quién no conoce el caso de un isleño que trabaja en Cádiz, veranea en Chiclana y sale de copas por El Puerto?», ejemplificaba Ballesteros, que repetía, como uno de los núcleos de su exposición, que es la «capacidad de los ciudadanos de pensar de forma similar la que hace una ciudad». Además, este estudio se aventura en afirmar que la ciudad única llegará tarde o temprano por la presión demográfica que registra la zona, «y hay que estar prevenido para que se produzca de una manera ordenada».
El estudio de estos arquitectos pone de manifiesto que los ejemplos de otras localidades, principalmente de la Costa del Sol, reflejan cómo las localidades en expansión terminan por compartir actividades económicas, espacios públicos y lugares de ocio. En el caso de la Bahía de Cádiz, los lugares de ocio estarían enclavados en El Puerto de Santa María y en Chiclana, donde, según se relata, se cerraría esta ciudad. El principal problema con el que se toparía este futuro núcleo urbano es la falta de actividades económicas que puedan dar trabajo a toda la población. De hecho, señala de una manera bien clara que «el área debe desentenderse de recursos agotados e industrias obsoletas y renovar su tejido y sus intenciones si quiere sobrevivir competitivamente en el entorno que le ha tocado vivir. El ejército o los astilleros no son fuentes capaces de desarrollar esta zona».
Un gigantesco parque
El estudio de este grupo de arquitectos propone una interesante reflexión sobre lo que ahora se consideran las grandes barreras entre las localidades de la Bahía: el mar, los pinares y las marismas. Según el trabajo que han publicado, estos espacios se configurarían como grandes parques urbanos integrados dentro de la futura megalópolis. Es más, proponen su uso como grandes zonas de ocio y recuperar su disfrute para los ciudadanos.
En este sentido, se afirma que lo único que evita actualmente esa conciencia total de ciudad, «a pesar de los enlaces visuales, temporales y del recuerdo provocados por el continuo desplazamiento», es la falta de continuidad física de los núcleos urbanos. Sin embargo, oponen que cualquier habitante de una ciudad como San Francisco -donde se produjo en el siglo pasado el mismo proceso de integración de municipios- «recorre por término medio muchos más kilómetros para ir a trabajar que alguien de la Bahía».
El estudio aporta otra serie de claves para apostar para esta unión, como la simultaneidad de los ruidos, «Cádiz tendrá un paisaje de gaviotas, mientras que Chiclana se despertará con las cornetas de San Fernando» o la de los paisajes marinos. El estudio, lejos de ser amable, lanza una seria advertencia a los políticos y a los urbanistas: «La Bahía de Cádiz será en el futuro una ciudad, más vale tener un modelo urbano preparado».
(Artículo publicado en La Voz de Cádiz, 31 de julio de 2005)
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