Su muerte me ha llenado de dolor y de tristeza. De mucho dolor y mucha tristeza.
Conocí a Jose cuando aún era muy joven y comenzábamos nuestra tarea allá por los primeros años de los setenta, de "despertar" los barrios de Puntales, donde el vivía, y el Cerro del Moro.
El dolor y la tristeza que me ha causado conocer su muerte me impiden traer aquí cuanto compartimos, entonces y ahora más recientemente; me impide decirte cuanto quisiera.
Y para expresar mi dolor y mi tristeza sólo puedo que tomar las palabras de Miguel Hernández en la Elegía a la muerte de Ramón Sijé y, recitadas por Jarcha, se las digo a Jose, a Jose Manuel, en su despedida. ¡Adiós, José, mi gran, mi buen amigo!
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada
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