El transporte público es una de las mejores alternativas para movernos por la ciudad sin necesidad de coger el coche. Y si además lo combinamos con la bicicleta, nuestro impacto sobre el medio ambiente se reduce drásticamente. ¿Pero cómo combinar las dos ruedas con el autobús cuando no hay espacio donde meter la bici? La respuesta es sencilla: con un sistema de anclaje en el frontal del autobús.
La posibilidad de anclar la bicicleta en el frontal del autobús presenta muchas ventajas para los ciudadanos y para el medio ambiente: la reducción de las emisiones contaminantes, el menor uso del vehículo privado y la potenciación del transporte público son algunas de ellas. Ciudades como Washington o Toronto -donde el 100% de los autobuses llevan anclajes para bicis- son la prueba de ello. Fue durante su estancia en Canadá y Estados Unidos cuando José María se dio cuenta de que este sencillo invento podría aumentar la calidad de vida en las ciudades españolas.
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